NotMid 22/05/2023
OPINIÓN
ARCADI ESPADA
¿Existe la violencia homófoba? Sí, hay criminales que agreden a homosexuales por el hecho de serlo y como todas las violencias la practican abrumadoramente los varones. Se trata de una violencia esporádica, siempre dramática y que solo en contadas ocasiones es trágica. Cuando se tiene noticia de algún acto de ese género los periódicos dan cuenta inmediata de él. La razón de que lo hagan no tiene que ver con el número de víctimas, que es relativamente bajo. Los periódicos no dan cuenta de los múltiples casos de violencia -sin muertos- que se producen a diario en las ciudades y ni siquiera del acto violento que más muertes causa, que es el suicidio. Y no lo hacen, lo sepan o no, porque esa violencia está vinculada a circunstancias individuales, a nombres y apellidos que en una esquina de la vida se cruzan. Sin embargo, la violencia homófoba, como la racista -que la engloba, porque la raíz de la agresión es la diferencia, sea de piel o de estilos sexuales-, va más allá de los individuos y de las circunstancias que en un momento u otro puedan afectarles. Cualquier acto de violencia contra un negro o un homosexual, por el hecho de serlo, es una amenaza contra todos los negros y todos los homosexuales. Exactamente igual que la violencia etarra era una amenaza contra todos los españoles y la violencia yihadista una amenaza contra todos los infieles. Los periódicos hacen bien en destacar este tipo de actos aunque solo sea para advertir del peligro a los colectivos implicados.
Desde hace décadas el activismo feminista ha logrado incluir en el discurso público y en la trama institucional de todo el mundo civilizado la supuesta evidencia de que hay hombres que agreden a las mujeres por el hecho de serlo. Así han conseguido que el crimen de pareja, lógicamente vinculado a circunstancias individuales y sin organización ni programa moral que lo aliente, se haya convertido en un crimen ideológico que amenaza a todas las mujeres. El hecho de que algunas mujeres maten a hombres o a mujeres y algunos hombres a hombres en las mismas circunstancias le trae sin cuidado a ese activismo, como es frecuente cuando los hechos pretenden forzar el blindaje de las creencias.
Los hombres matan en una proporción incomparable a como lo hacen las mujeres, por razón de la naturaleza y también de la cultura. Y, a veces, matan mujeres. Pero a diferencia de homófobos, nazis, yihadistas y etarras jamás pueden decir ante su cadáver: «No tenía nada personal contra la víctima»
(A María Guardiola, personalmente)