Numerosos casos de violaciones que implican a miembros del ejército de EEUU han llevado a los ciudadanos locales a reclamar a su Gobierno la expulsión de tropas ‘amigas’
NotMid 02/05/2025
ASIA
Muchos vecinos de Okinawa están hastiados de convivir con la presencia permanente de soldados estadounidense. Las encuestas publicadas por diarios locales de este archipiélago al sur de Japón dicen que siete de cada diez habitantes quieren que su Gobierno expulse a los militares de las bases “ocupadas” por Washington. La resignación no es nueva. Pero ahora se le suma una creciente ola de rabia acumulada tras numerosos casos de violaciones.
A finales de abril, las autoridades japonesas anunciaron que estaban investigando a dos marines estadounidenses. Uno de ellos, de 20 años, fue acusado de violar en marzo a una japonesa en el baño de una base militar estadounidense y de golpear a otra chica que se resistió a una agresión sexual. El otro infante de marina, también de 20 años, presuntamente habría violado a una mujer en enero.
El año pasado, se celebró en Okinawa un juicio en el que se sentaba en el banquillo un soldado estadounidense acusado de secuestrar y violar a una adolescente japonesa de 15 años. La denunciante aseguraba que se encontraba en un parque cuando el hombre se le acercó y la invitó a subirse a su coche. Más adelante, le llevó hasta su casa y allí la violó. Hay otros tres casos abiertos de agresiones sexuales cometidas por militares entre febrero de 2023 y enero de 2024.
“Queremos que se vayan a su país”, gritan los residentes en repetidas protestas frente a una de las bases militares. Okinawa, que es una de las 47 prefecturas que tiene Japón, concentra más del 70% de las bases estadounidenses en el país asiático, con alrededor de 30.000 soldados estacionados en estas islas que se encuentran en la primera línea del frente abierto que los aliados Tokio y Washington mantienen para frenar a la asertiva China.
Okinawa fue una vez el próspero reino Ryukyu, que conservaba un vibrante comercio con los vecinos del Sudeste Asiático. En 1879 fue ocupado por las tropas imperiales japonesas. Pero el archipiélago cambió de manos un siglo después, tras la derrota japonesa en la Segunda Guerra Mundial. En 1972, EEUU devolvió a Tokio el control, pero a cambio debía permitir que las tropas estadounidenses permanecieran allí por tiempo indefinido. Desde aquel año hasta ahora, se han investigado 6.235 casos de agresiones sexuales y violaciones por parte de soldados estadounidenses.
“Insto a las autoridades militares estadounidenses a tomar medidas para prevenir este tipo de actos deplorables”, decía hace unos días el gobernador de Okinawa, Denny Tamaki, un conocido activista de derechos humanos que siempre ha sido muy crítico con la presencia estadounidense en la isla y que demanda a Tokio una revisión del estatus de las fuerzas aliadas: hasta que los soldados no son acusados formalmente por la justicia japonesa, deben permanecer bajo custodia estadounidense.
“Se trata de crímenes inhumanos y despreciables que preocupan profundamente a la población de Okinawa. Siento una rabia inmensa”, ha manifestado el gobernador. En varias ocasiones, algunos legisladores japoneses, tanto del partido gobernante como de la oposición, han criticado que EEUU está incumpliendo el acuerdo bilateral porque no informa a Tokio sobre los casos de agresión sexual que involucran a su personal militar. Los políticos también han señalado que la policía no está notificando inmediatamente tampoco a las autoridades locales cuando llegan algunas de las denuncias.
El primer caso mediático que provocó una ola de indignación pública ocurrió en 1995. Tres militares de EEUU secuestraron y violaron a una niña japonesa de 12 años. El entonces presidente Bill Clinton tuvo que pedir disculpas públicamente a Japón para calmar la crisis diplomática que se había desatado.
Al igual que sucedió entonces, miles de japoneses salieron a protestar en 2016 tras la noticia de la violación y el asesinato de una joven de 20 años a manos de un ex marine de una base estadounidense. Tres años antes, dos oficiales fueron encarcelados por violar a otra chica. Este suceso hizo que desde Washington impulsaran un toque de queda para sus tropas en todo Japón.
En los últimos meses ha aumentado la presión popular para que EEUU cumpla un viejo compromiso de trasladar a 9.000 infantes de marina de Okinawa a la isla estadounidense de Guam, así como una reubicación que no termina de concretarse en un lugar costero más remoto del país asiático. Washington y muchos legisladores japoneses, sobre todo los más conservadores, defienden que son necesarias las tropas estadounidenses en Okinawa como elemento disuasorio frente a los programas de misiles nucleares y balísticos de Corea del Norte y la creciente actividad militar se China en la región.
Agencias