¿Quiere Sánchez democracia directa? Llámenos a votar sobre su futuro y verá
NotMid 07/05/2025
OPINIÓN
FEDERICO JIMÉNEZ LOSANTOS
Zangolotineando, fingiéndose inocente y aprovechando ese huerto de sacamantecas que es el Círculo de Economía, el presidente del Gobierno expropió anteayer a los accionistas del Sabadell y el BBVA su libertad para decidir sobre su propiedad, que son sus acciones. Porque los dueños de un banco son sus accionistas, no el directivo de turno, y la acción que un día pagó alguien es o debe ser intocable. Pero llega Sanchiles, El de los pies ligeros (gracias, Bustos), y de golpe y porrazo, o de golpe de Estado y porrazo bolivariano, les roba el cobre de sus acciones a los dueños de los bancos, únicos con derecho a decidir el futuro de la OPA, que, al cabo, es un mero contrato entre particulares en que nada pintamos los demás. Si la CNMV dice que una OPA cumple la ley, sólo los accionistas decidirán si venden o no a ese precio. Y punto. ¿Quiere Sánchez democracia directa? Llámenos a votar sobre su futuro y verá.
Lo que está en juego es el derecho a disponer de su propiedad como le apetezca de cualquier ciudadano español y de la UE, siempre que no se emplee en actividades ilícitas, como blanquear dinero del tráfico de drogas o financiar bandas terroristas y otras tramas delictivas. El rasgo de Sánchez es idéntico al ¡Exprópiese! de Chávez. Por lo visto, al marido de Begoña ya no le basta el disfrute privado de millones sin tasa, sea para el catering del Falcon, tan distinto del de las víctimas de la Renfe, sea para los 700 asesores de Moncloa, sea para los funcionarios que cuidan los negocios de su señora o alivian las soledades de su hermano. Lo quiere todo y lo quiere ya.
Ni los untuosos prebostes del separatismo rosé ni los presidentes de los bancos ni los abogados caros ni la otrora industriosa sociedad catalana, hoy dedicada al atraco diferencial a los demás españoles, dijeron ni pío ante la chulería del galgo paiportino. Ni carraspeos, ni murmullos, ni abucheos: nada. Como si fuera una ocurrencia hija de su debilidad parlamentaria. Qué error. Es un ensayo de la consulta separatista para Cataluña y del plebiscito sobre la monarquía en que quiere convertir las elecciones generales. Se hace el tonto atropellando accionistas para acostumbrarnos al referéndum golpista y a su República. Quien roba lo particular, robará lo general, que es la soberanía, a los accionistas de esta empresa milenaria llamada España.