NotMid 08/07/2023
OPINIÓN
ANDRÉS TRAPIELLO
No hay campañas electorales en las que no se oiga reiteradamente esto: «son las elecciones más reñidas de los últimos años», «es posible una remontada», etc. Da igual. Nadie sabe nada, no hay que darle más vueltas.
El 23J puede suceder que: 1. Sánchez y Sumar gobiernan limpiamente con mayoría absoluta, como cree el director del Cis. 2. El voto por correo da, contra todo pronóstico, un vuelco a los resultados, en cuyo caso Mr. Limpio («No soy perfecto, pero soy un político limpio», acaba de decir) confirmará a lo Trump: «Ya advertí que las derechas serían capaces de acusarme de fraude», y aunque pierda las elecciones, podrá reeditar su gobierno frankenstein. 3. Feijóo gana las elecciones por mayoría absoluta. 4. Las gana, pero no puede gobernar ni solo ni acompañado. 5. Repetición electoral. 6. Como en la vida, acaba sucediendo algo imprevisto.
Baroja resumía estas especulaciones improductivas en una de sus grandes frases: «Lo importante es pasar el rato».
Claro que otros cuatro años de Sánchez, como rato se haría largo.
La estrategia de centrar los debates en los pactos con Vox parece estar dándole al Psoe unos buenos réditos, y el Psoe, como ese boxeador que ha descubierto un camino expedito al hígado de su rival, percute en ellos a todas horas.
Hasta donde uno ha visto, se diría que el rival a batir no fuera el Psoe, sino el Pp. Psoe, Sumar y Vox, sobre todo Vox, del que más se ocupan en sus mítines y mensajes es del Pp. Por su parte, el Pp, en vez de hacer lo propio recordando las fechorías de quien ha gobernado cinco años gracias a los pactos con «comunistas y demás ralea» (esto también es de Baroja), se defiende y justifica sus pactos y no-pactos con Vox con tímidos argumentos de geometría variable (más variable que geometría). En vez de…
¿Quién no ha soñado alguna vez despierto pensando en lo que haría si le tocara la lotería? Una lotería de verdad (no el décimo que Tezanos acaba de circular, un «tocomocho» de libro como los que saca el comisario Poveda en La lucha contra la delincuencia, un clásico).
Feijóo sueña con poder gobernar solo. A Sánchez, que aseguró que nunca gobernaría con los que ha gobernado, jamás se le ha escuchado lo que haría en el caso de que le tocara la lotería de una mayoría absoluta y poder gobernar sin ninguno de esos apoyos. Nunca ha dicho: de poder gobernar solo, esto haría y esto no. ¿Por qué nunca ha soñado despierto? ¿Por qué ha dormido a pierna suelta estos cuatro años y quiere seguir haciéndolo otros cuatro? Porque no necesita gobernar solo. En ese caso habría hecho las mismas cosas que ha hecho, y de ahí que lo que hemos oído hasta la saciedad («el gran error de Rivera fue no pactar con Sánchez»), sea un sofisma: Sánchez jamás hubiera pactado con un partido de centro, porque su programa, di partenza, es ultra, radical, su proyecto para España no se diferenciaba ni se diferencia del de Yolanda Díaz, por lo mismo que al socialista Largo Caballero se le decía «el Lenin Español». Y en otros cuatro años hará, si gana, las mismas cosas que quieren hacer sus socios, que ya han hablado de subir el precio. Lo pagará de mil amores con los derechos y referéndums de todos, porque la España en la que creen él y Zapatero se parece más a la de Stalin que a la de Azaña, más a Castro, Chávez y Maduro que a Felipe González. Si alguna vez los suyos fueron socios indeseables ya no son indeseados. Sánchez se hizo fuerte en su célebre «no es no», porque sabía que ese era el camino más corto hacia el «sí es sí» (ley que él encontró magnífica y progresista antes, durante y después de su aprobación, como otras de su gobierno, desde la trans a la de desmemoria democrática). Para saber qué haría el Psoe no hay que leer el programa del Psoe, hay que leer el de Sumar (con el hostigamiento venezolano a periodistas incluido).
¿Y los nacionalistas y exterroristas vascos y los independentistas catalanes en qué sueñan? En que les toque el gordo, o sea el Psoe. ¿Y Vox? Vox sueña en que pierda el Pp o en que gane el Psoe, le da igual; sueña en que su momento, como el de Meloni o Le Pen, llegará dentro de cuatro años.
Sánchez es un político realista. Lo son también muchos de los que le van a votar. «La principal razón» de estos para hacerlo: los pactos futuros con Vox les parecen una aberración, pero no así los que después de cuatro años ya han sido naturalizados con comunistas, golpistas y exterroristas. Mr. Limpio se los ha blanqueado para que no mancillen sus conciencias (sus vergüenzas). Sánchez repite «por doquiera vaya» que lo peor que le podría suceder a España es que Vox entrara en el gobierno, pero también que no evitará, pudiéndolo hacer con su abstención, que Vox gobierne con el Pp, ergo Sánchez y sus votantes quieren lo peor para España. Ha dicho (él, Díaz y el combo gubernamental) que retrocederemos veinte años en derechos si llega Vox, pero no lo evitarán si está de su mano hacerlo. Cualquier cosa antes que asumir, a la venezolana, que la alternancia en el poder es imprescindible para la salud democrática. O sea, que si el centro derecha gana y gobierna (solo o en compañía de Vox), volverá a las calles el «no pasarán». La nostalgia de la derrota, culturalmente tan estética. Claro que de aquí al 23J Sánchez «y demás ralea» harán lo posible para seguir durmiendo. Eso sí, las pesadillas, si ganan, las tendrá la España constitucional.