Cada cual tiene sus manías y hay que respetarlas. A unos les da por la democracia y a otros por la diversión
NotMid 30/10/2025
OPINIÓN
JORGE BUSTOS
Aquella mañana Pedro se levantó, se compró unas gafas de existencialista francés en una farmacia y acudió a divertirse al Senado de España, país del que le han hablado tanto que ya sentía ganas de visitarlo. Al parecer se celebraba allí esos días una comisión de investigación porque miembros relevantes del partido, la familia y el gobierno del presidente de aquel país estaban procesados por corrupción. Estas cosas nunca han dejado de asombrar a Pedro, que se indigna a la hora del desayuno cuando se entera por la prensa de las andanzas de gente tan desahogada.
Una vez tomó asiento en la sala aparecieron unos individuos llamados senadores que empezaron a formularle preguntas extrañas. Querían saber detalles absurdos sobre un vehículo de la marca Peugeot, sobre cierta noche en el parador de Teruel, sobre las ventajas del dinero en metálico o la ubicación exacta del despacho de un gerente atómico que antes repartía chistorras y ahora enriquece uranio. Pero sobre todo le preguntaban insistentemente por un partido llamado PSOE. Como Pedro nunca ha tenido la menor idea de lo que es el PSOE, se puso a hablar del único partido que conoce, que es el PP.
La jornada parlamentaria transcurrió sin grandes sobresaltos y no pocas recaídas en el humorismo. Un senador de Junts le preguntó si pondría las manos en el fuego por Pedro Sánchez. Pero nuestro hombre no conocía tampoco al tal Sánchez, de modo que ensayó una respuesta a la gallega para no incurrir en falso testimonio:
– Esa pregunta se responde sola.
Aquella era una buena contestación: valía para todo. Se planteó levantarse de la silla (ya era la una y no había comido) dejando sobre la mesa un móvil encriptado que reprodujera en bucle su risa enlatada, porque la pintoresca curiosidad de los portavoces empezaba a estomagarle. «¿Con quién me estarán confundiendo estas damas venerables y estos caballeros encanecidos?», se preguntaba Pedro mientras jugueteaba con las gafas de farmacia o se desdoblaba mentalmente para darse un garbeo imaginario por la parte posterior de su propia retina. El caso es que toda esa gente allí congregada le quería sonar de algo; incluso diría que había venido expresamente para interrogarle. En fin, cada cual tiene sus manías y hay que respetarlas. A unos les da por la democracia y a otros por la diversión.
