NotMid 20/07/2025
EDITORIAL
El presidente de EEUU está atravesando la mayor crisis de imagen de su segundo mandato, del que acaban de cumplirse seis meses, a causa del caso de Jeffrey Epstein, que ha provocado una profunda división en el electorado conservador estadounidense. La relación de Donald Trump con el magnate, que se suicidió en prisión en agosto de 2019 acusado de traficar sexualmente con menores, levanta cada vez más suspicacias entre muchos de sus votantes, que sitúan a Epstein en el centro de una gran conspiración de Estado.
Trump ha respondido ordenando la desclasificación parcial de los documentos -después de que Elon Musk deslizara que comprometían al propio presidente- y ha anunciado acciones legales contra su hasta ahora amigo Rupert Murdoch, dueño del Wall Street Journal, después de que el diario neoyorquino publicara una carta obscena que Trump habría enviado a Epstein. Más allá de las ramificaciones de un caso que obsesiona al movimiento MAGA -decisivo en la victoria de Trump-, la fractura evidencia una incompatibilidad de base entre las dos grandes facciones republicanas: la ultraliberal, que representaba Musk, y la ultraconservadora, de raíces nacionalistas y religiosas. El populismo de Trump había logrado unir a ambas, pero las costuras que ligaban su pragmatismo cínico con el fervor identitario y conspiranoico de muchos votantes han empezado a saltar. El presidente está siendo víctima de las mismas teorías antisistema que le han catapultado al poder.