“Solo tengo dos cosas que decir a los europeos: parad los molinos de viento y espabilad con vuestra política de inmigración o no tendréis más Europa”
NotMid 26/07/2025
EUROPA
Con su habitual habilidad para separar sus negocios de la política y forjar alianzas internacionales, el expresidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha aterrizado en Escocia con una agenda aparentemente privada, pero cargada de simbolismo y encuentros de alto nivel. Nada más pisar el aeropuerto de Glasgow, Trump no tardó en enviar un mensaje contundente a los europeos, reflejando sus ya conocidas prioridades: “Solo tengo dos cosas que decir: paren los molinos de viento y espabilen con su política de inmigración o no tendrán más Europa”. Esta declaración, que resonó inmediatamente en los círculos políticos y mediáticos, subraya la persistencia de sus ideas a pesar de ya no ostentar la presidencia.
La visita de Trump a Escocia es, oficialmente, de carácter personal, con el objetivo de pasar cuatro días en los dos lujosos clubs de golf que posee en el país. Sin embargo, la comitiva que le acompaña dista mucho de ser la de un simple turista. Un nutrido grupo de asesores y la prensa que cubre habitualmente la Casa Blanca lo siguen de cerca, evidenciando que esta “visita privada” tiene un fuerte componente público y político. Una ausencia notable en la cobertura es la de los reporteros del diario conservador Wall Street Journal. Este medio ha sido, según fuentes cercanas, “castigado” sin acceso al expresidente por publicar información sobre su presunta relación con Jeffrey Epstein, el tristemente célebre proxeneta vinculado a figuras de la élite estadounidense y británica, lo que resalta la sensibilidad de Trump ante ciertas narrativas mediáticas.
Las polémicas constantes de Trump: Inmigración y energía eólica
La constante crítica de Trump a la política de inmigración europea no es una novedad, sino una piedra angular de su discurso. Desde su primera campaña, ha insistido en la necesidad de políticas migratorias más restrictivas, utilizando a menudo un lenguaje alarmista sobre la seguridad y la identidad cultural de Europa. Esta retórica, que ha encontrado eco en movimientos nacionalistas y populistas a lo largo del continente, sigue siendo una característica central de su visión global.
Igualmente persistente es su arraigado rechazo a los molinos de energía eólica, hacia los que profesa una animadversión casi personal. Trump ha llegado a extremos, imitando el supuesto ruido de las turbinas con aullidos en sus mítines, a pesar de que estos dispositivos modernos están diseñados para ser considerablemente silenciosos. Su afirmación de que las plantas eólicas “causan cáncer” ha sido refutada por la comunidad científica y descalificada como falsa por múltiples organismos de salud. La raíz de esta particular aversión se remonta a la construcción de un parque eólico cerca de uno de sus clubs de golf en Escocia, lo que, según él, “arruinó las vistas” y “devaluó” su propiedad, demostrando cómo sus intereses personales a menudo influyen en sus posturas políticas públicas.
Diplomacia de alto riesgo: Evitando la guerra comercial
A pesar del carácter “privado” de la visita, la agenda de Trump incluye una reunión política de alto nivel que podría tener repercusiones globales. El domingo, el expresidente tiene programado un encuentro con la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen. Este cara a cara se presenta como un intento in extremis de evitar el estallido de una guerra comercial a gran escala entre las dos mayores economías del mundo. La fecha límite se acerca peligrosamente: el próximo viernes entrarán en vigor nuevos aranceles estadounidenses del 30% a las importaciones europeas si no se llega a un acuerdo. La Unión Europea ha dejado claro que no se quedará de brazos cruzados; su respuesta, programada para el 7 de agosto, incluiría tasas por 93.000 millones de euros a una serie de productos estadounidenses emblemáticos como la soja, el bourbon, los automóviles y los componentes de aviación, lo que augura un escenario de escalada económica con graves consecuencias.
A su llegada a Escocia, Trump mantuvo una postura de cautela optimista, reafirmando que hay “un 50% de posibilidades de que la guerra comercial se evite”. La propuesta que busca Bruselas es un arancel del 15% a sus productos en EE. UU., una cifra que, aunque superior a la actual, es significativamente menor al 30% que Trump planea imponer. Este porcentaje del 15% es, de hecho, el mismo que EE. UU. ha acordado imponer a Japón esta misma semana en un reciente pacto comercial, lo que podría sentar un precedente para las negociaciones con la UE. La tensión es palpable, y el resultado de esta cumbre improvisada podría definir la trayectoria de las relaciones transatlánticas por años.
Encuentros bilaterales: Ucrania y Gaza en la agenda
La agenda de Trump en Escocia no solo se limita a la economía. El lunes, se reunirá con el primer ministro británico, Keir Starmer, un encuentro que Trump ha sugerido que se llevará a cabo “probablemente en una de mis propiedades”, lo que añade un toque personal y quizás estratégico a la reunión. Los temas centrales de este encuentro bilateral serán la compleja situación en Ucrania y el conflicto en Gaza, dos puntos críticos de la geopolítica actual que requieren constante atención y coordinación internacional. Sin embargo, la Casa Blanca ha matizado las expectativas, dando a entender que “no saldrán grandes resultados” de la reunión, sugiriendo que el objetivo principal podría ser más el intercambio de perspectivas y el mantenimiento de canales de comunicación que la consecución de acuerdos concretos. Esta reunión es crucial para observar cómo un expresidente con aspiraciones a un nuevo mandato aborda estos desafíos globales y cómo su influencia sigue siendo un factor en el panorama político mundial.
Agencias