Dice Sánchez que no habrá más apagones, o sea, que es seguro que los habrá
NotMid 05/05/2025
OPINIÓN
FEDERICO JIMÉNEZ LOSANTOS
Al ministro Atienza le perdimos la pista en la guerra del fletán contra Canadá, entre dos siglos, dos milenios y dos socialismos, el alfabetizado y el asnal, hoy vigente. El sábado, decía algo razonable: las renovables están bien porque, al menos, mitigan la falta de fuentes propias de energía en la península. Pero la falta de agua, petróleo y buen carbón nos llevó a extremar el ingenio para compensar esa carestía. Por ejemplo, la Red Eléctrica que el propio Atienza presidió ha desarrollado un sistema muy avanzado para mantener el equilibrio entre fuentes fijas -nuclear, gas- y renovables -solar, eólica-, para que las nuevas coexistan con las clásicas y necesarias. Aceptábamos molinos y placas como animal de compañía, hasta que llegó la caballería, el socialismo mular, e impuso lo que otro socialista, Jordi Sevilla, ha llamado el «mesianismo de las renovables», impuesto por Teresa Ribera, señora de Bacigalupo y nuera del sórdido Prevarigalupo.
Como Ribera idolatra a Greta Zombi, ha producido una catástrofe tras otra: abandono de la limpieza de los cauces -de ahí la riada de Valencia- y plétora de lobos, jabalíes, ciervos y otros enemigos del campo. A cambio, alumbró un negocio elefantiásico, el de las eólicas y solares, para empresas y amigos del Ministerio de Transición Ecológica, que nadie sabe qué significa, pero sí a quiénes hace ricos. Hay que salvar el planeta, aunque el 90% de su población boicotea la política del otro 10%.
Dice Sánchez que no habrá más apagones, o sea, que es seguro que los habrá, más y peores. Imaginen el último con los aguaceros de unas semanas atrás y de noche: decenas de miles de personas tratando de salir o de llegar a casa en condiciones infernales. Soberbio anuncio turístico.
La única salida razonable a esta obcecación climático-renovable es modesta pero urgente: mantener las nucleares, gasistas e hídricas y asegurar el equilibrio de las fijas con las renovables o discontinuas. Lo que se supone que debía hacer y hacía Red Eléctrica hasta que pusieron al frente a una registradora de la propiedad de Sánchez, en todos los sentidos. Cinco años llevaba recibiendo alarmas, que atribuiría a la máquina del fango, porque no rendían culto al mito del cambio climático y otras riberadas.
En el fango de su idiocia chapoteamos, y tan desesperados, que los socialistas alfabetizados nos parecen sénecas.