Ante la degradación moral del PSOE, el ala crítica del partido se está rearmando. Page pide elecciones
NotMid 05/06/2025
EDITORIAL
La esperpéntica comparecencia sin preguntas que Leire Díez ofreció ayer es una muestra gráfica del lodazal que enfanga al PSOE y al Gobierno. En este escenario de degradación, Emiliano García-Page -el único barón socialista que ni participa en la degeneración moral y política del Ejecutivo ni calla ante ella- pidió ayer elecciones generales. «Esto es una hemorragia que me hace sentir bochorno», aseguró, recogiendo un sentir social que se ha agudizado con el caso de la fontanera y que, como publicamos hoy, está haciendo mella dentro del propio partido: el ala más crítica con Sánchez se está rearmando ante el «PSOE casposo de Leires».
No es para menos. La ciudadanía contempló ayer con asombro cómo Leire Díez -una ya ex militante del PSOE, ex teniente de alcalde, ex jefa de Comunicación de la empresa pública Enusa y ex directiva de Correos- se presentó ante los medios como una periodista que lucha contra las injusticias. Esta es la fantasía que articuló para explicar que su participación en las llamadas cloacas del PSOE no está coordinada con su partido. Tras haber sido descubierta maniobrado con imputados para desprestigiar a la UCO y las investigaciones que cercan al Gobierno, la fontanera hiló un relato según el cual las negociaciones en los bajos fondos eran documentación para publicar un libro sobre «el falso patriotismo».
Esta es la ficción que narró ayer, de forma atropellada, con el beneplácito de Ferraz, que en lugar de atajar el escándalo con determinación ha alfombrado el teatro. La irrupción en la comparecencia de Víctor de Aldama, el hombre clave en el caso Koldo y en la trama de los hidrocarburos, cuyas revelaciones inquietan al Gobierno, hizo aún más desconcertante el espectáculo.
El martes, Santos Cerdán había recibido a Díez en Ferraz. Ambos pactaron que ella anunciaría su baja voluntaria como militante. La artimaña evita al PSOE tomar medidas orgánicas, pero no acaba con la responsabilidad del partido ni da respuesta a los interrogantes que lo sumen en el descrédito. ¿Quién puede creer que una ciudadana se dedique por su cuenta a ofrecer pactos con la Fiscalía a cambio de «matar» figuradamente al responsable de la UCO que lidera las investigaciones contra el PSOE? ¿Acaso el secretario de Organización acostumbra a dar audiencia a militantes rasos? ¿Por qué Díez pidió citarse con él? ¿Qué documentación le dio? ¿Existía una relación previa? ¿A quién reportaba la fontanera el discurrir de unas reuniones en las que hablaba por boca de «los de arriba en el Gobierno»?
El PSOE no ha dado ni una explicación verosímil y no actuará contra Díez, pese al notorio daño a su imagen. De esa inacción solo puede interpretarse que el partido protege a la fontanera.
Con Díez de gira por los medios para eximir al PSOE de toda responsabilidad y el Ejecutivo, de forma hipócrita, presentándose como víctima de una campaña de guerra sucia del PP, el retrato de degradación se hace más visible. Cada uno de los posibles casos de corrupción que afectan al Gobierno se fundamentan en la concepción patrimonialista del poder del propio Pedro Sánchez: conservarlo, a cualquier precio.