La segunda potencia mundial lleva años sosteniendo la economía de la República Islámica, ayudándola a sortear las sanciones occidentales al comprar el 90% de sus exportaciones de petróleo
NotMid 21/06/2025
ASIA
Como ya hizo poco después de que su socio Vladimir Putin ordenara la invasión de Ucrania, Xi Jinping ha presentado la candidatura de China como mediadora en otra guerra, la de Israel e Irán. Aprovechando el altavoz de una cumbre regional en Kazajistán, el presidente de la superpotencia asiática manifestó esta semana que su país estaba dispuesto a “trabajar con todas las partes para desempeñar un papel constructivo en el restablecimiento de la paz”. Una frase que Xi y sus subordinados han utilizado en más de una ocasión en referencia al conflicto en Ucrania. Incluso en el contexto de los brutales bombardeos de las tropas israelíes en Gaza o los ataques de los rebeldes hutíes de Yemen en el mar Rojo. Al final, el resultado de la diplomacia china en todos estos frentes ha sido siempre el mismo: incapacidad para ser algo más que un lejano espectador.
Después de que el 12 de junio Israel lanzara su operación militar contra instalaciones nucleares y militares iraníes, desde Pekín condenaron lo que calificaron como una violación de la soberanía, la seguridad y la integridad territorial de Irán, con quien mantiene estrechos vínculos económicos. Para una China siembre hambrienta de energía, el gas y el petróleo iraní es fundamental para su seguridad energética.
La segunda potencia mundial lleva años sosteniendo la economía de la República Islámica, ayudándola a sortear las sanciones occidentales al comprar el 90% de sus exportaciones de petróleo (usando la famosa flota fantasma de petroleros que utilizan ubicaciones falsas y cambian las etiquetas de los barriles). Esto proporciona un salvavidas a Teherán, además de que las empresas chinas venden frecuentemente al régimen equipos de seguridad y vigilancia. Pero China también mantiene una relación comercial muy estrecha con Israel.
El ministro de Asuntos Exteriores chino, Wang Yi, en una llamada por separado a su homólogo israelí y al iraní, hizo un primer amago de mediación el pasado fin de semana. Pero la retórica de Pekín contra Israel va en aumento según Estados Unidos se asoma por el conflicto, a la espera de la decisión final de Trump sobre si se une o no a los bombardeos israelíes sobre Irán.
El gigante asiático mantiene siempre el mismo guion: cuando el primer ataque lo lanza un aliado de Washington, se trata de una flagrante violación del derecho internacional. Pero si la guerra la inicia un aliado de China, como es el caso de Rusia, se mira hacia otro lado o incluso se llega a comprar la propaganda de Putin sobre sus preocupaciones de seguridad por la expansión de la OTAN.
Xi Jinping, después de reiterar su disposición para ayudar a frenar la escalada entre Israel e Irán, dijo que su país estaba “profundamente preocupado” porque el ataque israelí estaba aumentando las tensiones en Oriente Próximo. Un mensaje que llegaba después de que las autoridades chinas anunciaran que habían comenzado a evacuar a sus nacionales de los dos países. Desde Teherán se han estado fletando autobuses hasta Turkmenistán, a más de 1.100 kilómetros.
En las redes sociales chinas se han hecho virales los vídeos de desesperados ciudadanos del país asiático saliendo a toda prisa de Teherán y lanzándose a pie a la carretera con el propósito de cruzar las fronteas con Turkmenistán, Armenia o Azerbaiyán. No se conoce oficialmente la cifra exacta de trabajadores chinos que residen en Teherán, pero se cree que son decenas de miles, en su mayoría ingenieros que se mudaron allí de la mano de empresas chinas que han invertido casi 5.000 millones de dólares en ese país desde 2007, principalmente en el sector petrolero.
Además de negocios relacionados con la energía e inversiones en infraestructuras, Irán habría demandado a Pekín grandes cantidades de materiales -especialmente perclorato de amonio- para desarrollar sus misiles balísticos. Esto es lo que aseguran desde EEUU, donde acusan a Pekín de suministrar artículos y tecnología de doble uso que contribuyen a las capacidades de Irán en materia de drones y misiles. China, que no ha vendido armas directamente a Teherán desde 2005, lo niega.
Mientras escala el conflicto entre Israel e Irán, y Trump marea a la prensa sobre si su país intervendrá o no, los medios estatales chinos están tratando de realzar el papel pacificador de Pekín en Oriente Próximo, recordado el tanto diplomático que se apuntó el Gobierno de Xi Jinping cuando logró en 2022 mediar para la reconciliación entre Arabia Saudí e Irán. Pero la mayoría de analistas internacionales coincide en que, aunque el país asiático ha profundizado sus relaciones sobre todo con los países árabes, su influencia sigue siendo muy limitada en comparación con la de EEUU.
Muchos funcionarios chinos, a pesar de que reconocen que les gustaría tener un papel más protagonista en la resolución de conflictos internacionales, mantienen que su política exterior seguirá la tradicional estrategia de “no interferir en asuntos internos de otros países”. Ésta le ha dado a China muchos éxitos en materia comercial y reportado pocos enemigos, pero no ha sido capaz de sacar provecho (en cuanto a la mediación) de esa neutralidad de la que tanto presumen.
EL EQUILIBRISMO DE INDIA
El otro gigante asiático, India, contempla con preocupación la guerra entre Israel e Irán por el riesgo que supone para su seguridad energética: la escalada bélica amenaza el trasiego de mercancías por el estrecho de Ormuz, la vía por donde circula casi el 20% del petróleo mundial, y está haciendo subir los precios de los combustibles. Un escenario que tiene en vilo al país más poblado del mundo, que depende en gran medida de unas importaciones de crudo que en su mayoría provienen de los países del Golfo, incluso de la flota fantasma iraní que sortea las sanciones.
En Delhi acostumbran a hacer malabarismos en los conflictos internacionales y no se han pronunciado todavía abiertamente sobre los intercambios de ataques de estos días. Con Irán comparte lazos históricos y se considera un puente imprescindible hacia Asia Central. Pero el primer ministro Narendra Modi se ha estado acercando mucho en los últimos años a Israel, su principal proveedor de defensa, quien le suministra armamento, drones y sistemas de radar.
Agencias