El acuerdo arancelario entre EEUU y la UE fija una tarifa general asumible del 15% y al menos aporta seguridad y certidumbre
NotMid 28/07/2025
EDITORIAL
El acuerdo arancelario entre EEUU y la Unión Europea anunciado por Donald Trump y Ursula von der Leyen no era el más deseable, pero sí abre el menos malo de los escenarios posibles. El pacto establece una tarifa general del 15% para la mayoría de los productos europeos, incluidos los automovilísticos, una cifra que diplomáticos y economistas consideran asumible para que Europa siga teniendo acceso al mayor mercado del mundo.
Tras más de tres meses de negociaciones, la Comisión evita de este modo una cruda guerra comercial, con aranceles recíprocos del 30%, que habría sido devastadora para la economía europea, y confía así en establecer un marco que otorgue seguridad y certidumbre a empresarios e inversores en un momento geopolítico dominado por las turbulencias.
El pacto, que los dos mandatarios anunciaron tras reunirse en el campo de golf que Trump posee en Escocia, es el mayor acuerdo comercial firmado por el disruptivo presidente en su segundo mandato. Europa es el mayor socio comercial de EEUU y también Washington necesitaba llegar a una conformidad. Ambas administraciones venían hablando desde que, en abril, Trump abrió una gigantesca guerra comercial con el mundo, con aranceles del 20% para la UE.
El castigo de los mercados a la deuda nacional le obligó a recular, pero las amenazas del presidente fueron en aumento, al tiempo que iba cerrando acuerdos con Reino Unido (con una tarifa más baja, del 10%), Vietnam (20%), Filipinas (19%), Indonesia (19%) y Japón (15%). Este último pacto es el que desbrozó el sellado con Von der Leyen.
A falta de que trasciendan los detalles, la relación comercial que regirá entre EEUU y Europa radica en un arancel base del 15% para los productos europeos, incluido el sector clave del automóvil, que preocupaba especialmente a Alemania, cuya industria estaba sufriendo una tarifa del 25%. Además, Von der Leyen anunció un paquete de bienes estratégicos exentos, como las aeronaves y sus componentes, ciertos productos agrícolas y materias primas esenciales. En cambio, los aranceles al acero y al aluminio seguirán al 50%.
Por su parte, Bruselas se compromete con EEUU a hacerle importantes adquisiciones en defensa -como ya se preveía tras la última cumbre de la OTAN- y a comprarle gas y petróleo por valor de 750.000 millones de dólares en tres años. Esto último permitirá que Europa reduzca su dependencia de Rusia, pero también debería empujarla a apostar decididamente por su soberanía energética.
La UE se resigna, pero el escenario geopolítico abierto por Trump es una realidad ante la que solo cabe el pragmatismo. El presidente ha enterrado las reglas de la cooperación multilateral que regían desde el fin de la II Guerra Mundial y, guiado por un nacionalismo febril y un inocultable desprecio a las instituciones y a los principios liberales, no solo está erosionando la democracia en su país, sino también los ejes del libre comercio. Para salvaguardarlo, Europa necesitaba un acuerdo de mínimos que aportara claridad y previsibilidad entre tanto desconcierto. El pacto arancelario es un paso en ese sentido. La duda es si Trump lo cumplirá.
