Cuando las palabras de un ministro son indistinguibles del trol odiante y ocioso que abunda en las redes sabemos que un Gobierno ha tocado suelo
NotMid 13/08/2025
EDITORIAL
Llamamos trol al avatar que siembra conflicto y hostilidad en las redes, que se nutre de la provocación, y no busca persuadir, sino inflamar. Suelen operar con indignación selectiva y saña calculada. Su humor rara vez es inofensivo; un bisturí envenenado que aspira a provocar la risa en los propios a costa de la humillación de los ajenos. Un oportunismo que se disfraza de sátira pero que se parece demasiado a la crueldad. El trol prende fuegos y en el humo encuentra la medida de su importancia: a mayor repulsión, mayor reafirmación.
Una de las predilecciones del trol es utilizar la tragedia como arma. Feijóo escribió: «En permanente contacto con Mañueco para conocer la evolución de los incendios que afectan a Castilla y León», y el trol respondió: «¿Te ha contado qué tal el tiempo en Cádiz? En CyL está calentita la cosa». Ante el incendio en el Bierzo, el mismo ciudadano escribe «Queréis libertazz, pocos impuestos y servicios de bomberos bien dimensionados. Y claro, todo no se puede». Poco después, a propósito del incendio en Tarifa, el trol insistió: «Este a Mañueco le queda más cerca que a los de CyL. Igual puede echarle una mano a Juanma». Ya ven que el trol es un bufón, un tanto sádico, que disfruta viendo el mundo arder si con él arde la reputación de sus adversarios.
Cuando las palabras de un ministro son indistinguibles de este tipo de sujeto odiante y ocioso que abunda en las redes sabemos que un Gobierno ha tocado suelo. Ya sería grave que un ministro se comportara como mero espectador de una tragedia, pero peor es que se comporte como un hooligan. El ministro contempla una emergencia nacional y no sólo no asume responsabilidades ni ofrece cooperación, sino que trata de convertirla en un carnaval para su propia capilla. Claro que el ministro tiene derecho a reprochar a los presidentes autonómicos su lenta reacción, pero en su bufonesco regodeo no hay sentido de Estado, sino inmadurez y malicia.
Curiosamente, el ministro de guardia no cree que existan motivos para que su jefe, el presidente Sánchez, interrumpa sus vacaciones. Es un misterio cómo el impuesto de sociedades en Madrid es un asunto de Estado y los incendios en el Bierzo o Cádiz son asuntos de incumbencia estrictamente local. Tampoco el presidente ha salido a desautorizar a su lenguaraz ministro. Es más, quizá esté pensando en ascenderle; su zafia servidumbre no debe quedar sin recompensa. Dicen que en España está averiado el ascensor social, pero aquí los troles llegan al consejo de ministros.