El incidente ocurre apenas diez días después de que casi una veintena de drones rusos violaron el espacio aéreo polaco
NotMid 19/09/2025
EUROPA
La escena se ha vuelto a repetir, pero con una intensidad preocupante. Tres cazas rusos MIG-31 irrumpieron en el espacio aéreo de Estonia sobre la isla de Vaindloo, en el golfo de Finlandia. Durante 12 minutos, las aeronaves volaron sin plan de vuelo, con los transpondedores apagados y sin comunicación con el control de tráfico aéreo. La incursión provocó la respuesta inmediata de cazas F-35 italianos, parte de la misión de la OTAN de Policía Aérea del Báltico.
Aunque es la cuarta incursión del año en el Báltico, es la primera vez que tres aviones de combate rusos actúan de forma coordinada. Para el ministro de Exteriores estonio, Margus Tsahkna, esta es una provocación “descaradamente sin precedentes”, y la ex primera ministra Kaja Kallas declaró que “esto no fue un accidente”. La portavoz de la OTAN, Allison Hart, afirmó que la Alianza “respondió inmediatamente”, calificando el suceso como “otro ejemplo de la temeridad rusa y de la capacidad de respuesta de la OTAN”. En respuesta, Tallin ha invocado el Artículo 4 de la Alianza.
Las incursiones de aviones rusos sobre la isla Vaindloo son comunes, pero esta duró más de lo habitual. A su velocidad máxima, los cazas rusos habrían tardado solo dos minutos en llegar a Tallin desde el punto de intercepción. Debido a que los países bálticos no tienen sus propios cazas, la OTAN se comprometió a proteger su espacio aéreo cuando se unieron a la Alianza en 2004. La misión de Policía Aérea del Báltico es permanente y tiene como objetivo interceptar aeronaves sin plan de vuelo o que violen el espacio aéreo. En la base de Ämari, los cazas están en alerta máxima, listos para despegar en minutos.
Múltiples provocaciones: Un patrón de amenazas híbridas
La violación del espacio aéreo estonio no es un hecho aislado. Se suma a una serie de amenazas híbridas que han preocupado a los países bálticos durante meses. La combinación de vuelos militares con sabotajes de cables submarinos, perturbaciones de GPS y drones no identificados genera una sensación de inseguridad constante.
- Violaciones aéreas en Polonia y Rumanía: Apenas diez días antes del incidente en Estonia, 19 drones rusos penetraron el espacio aéreo polaco. En Rumanía, un dron ruso también ingresó a su espacio aéreo, lo que provocó protestas diplomáticas y un refuerzo de las defensas aéreas de Bucarest.
- Incidentes en el mar Báltico: Con horas de diferencia, otros dos aviones rusos violaron la zona de seguridad de una plataforma de perforación en el mar Báltico, según guardias fronterizos polacos.
- Sabotaje de infraestructuras: En octubre, los cables submarinos que conectan Estonia y Finlandia sufrieron daños. Semanas después, las aerolíneas reportaron perturbaciones persistentes del GPS cerca de Tallin y Riga.
- Amenazas a la seguridad interna: En Lituania, fueron detenidos 15 sospechosos de organizar atentados terroristas, coordinados por ciudadanos rusos vinculados a la inteligencia militar.
Estas acciones son la forma en que Rusia administra recordatorios de la vulnerabilidad geográfica de los países bálticos y de su capacidad para interferir en sus infraestructuras y desafiar su soberanía.
La respuesta de la OTAN y el dilema de la escalada
Desde la invasión a gran escala de Ucrania en 2022, el número de incidentes se ha disparado. Los aviones rusos, a menudo capaces de portar armamento nuclear, realizan maniobras cada vez más agresivas. La OTAN, consciente de la situación, trata de calibrar sus respuestas cuidadosamente para no entrar en un ciclo de provocación-escalada. Sin embargo, para países como Estonia, el problema está demasiado cerca como para relativizarlo. Tallin es un firme partidario de Ucrania y ha sido blanco de provocaciones previas, como un incidente en el que un avión ruso fue detectado en el espacio aéreo de la OTAN en un intento de detener un petrolero que desafiaba las sanciones.
Una fuente europea indicó que Estonia está considerando solicitar a la OTAN consultas bajo el Artículo 4 del tratado de la Alianza, al igual que ocurrió con Polonia. Los aviones rusos volaron alrededor de nueve kilómetros en el espacio aéreo de la OTAN antes de ser expulsados por los cazas italianos, lo que subraya la gravedad de la situación.
Agencias
