Trump se burla en un vídeo en redes del supuesto ‘ejército’ civil del que hace gala el régimen chavista
NotMid 24/09/2025
IberoAmérica
El gobierno de Nicolás Maduro ha tratado de proyectar al mundo la imagen de unas fuerzas militares populares masivas, patrióticas y listas para defender la soberanía de Venezuela. Sin embargo, la realidad de la Milicia Bolivariana dista mucho de ser la “amenaza formidable” que el régimen y figuras como Donald Trump han ironizado. Este grupo, a menudo convertido en blanco de burlas en redes sociales, es en su mayoría un cuerpo de civiles con escaso entrenamiento, armamento precario y una función que se debate entre el control social y la propaganda política.
Un ejército de civiles, no de combatientes
A diferencia de las milicias de grupos como Hezbolá o los hutíes, con los que el chavismo ha intentado asociarlas, la Milicia Bolivariana no es una fuerza de combate entrenada. El propio Maduro ha inflado sus cifras, afirmando que suman millones de miembros, pero los expertos señalan que en realidad son solo unos pocos miles. Su composición principal está formada por miembros de consejos comunales y ciudadanos de barrios populares que han recibido beneficios del gobierno.
Más que para la guerra, la milicia ha servido para otros fines:
- Control social: Operan como un brazo del Estado para mantener el control sobre la población, similar a los comités en Cuba.
- Movilización política: Engrosan las concentraciones y marchas del gobierno, funcionando como un grupo de apoyo visible.
- Función simbólica: Se les ha visto en lugares clave como el Cuartel de la Montaña, donde reposan los restos de Hugo Chávez, y vigilando hospitales públicos, lo que refuerza su papel en la narrativa oficial.
De “Superbigote” a la burla en redes
La imagen de la milicia ha sido tan manipulada que incluso ha sido incorporada a la propaganda animada del gobierno, como la caricatura de “Superbigote”, una versión superheroica del propio Maduro. Sin embargo, fuera de esa fantasía, la realidad es mucho más cruda. Los constantes vídeos de sus “entrenamientos” se han vuelto virales por las razones equivocadas: muestran a personas de avanzada edad, con uniformes que no les ajustan y, en muchos casos, con sobrepeso.
El politólogo Walter Molina Galdi señala que muchos de estos milicianos no están allí por convicción, sino por obligación o necesidad, a cambio de beneficios como bolsas de comida del programa CLAP, un sistema que ha sido ampliamente denunciado por corrupción. Para el régimen, esta estrategia tiene un doble propósito:
- Escudos humanos: El gobierno se sirve de ellos para generar la imagen de que el pueblo está “a muerte con la revolución”, un recurso que usa para atornillarse en el poder y mitigar la presión política y social.
- Victimización: Al presentarlos como la “primera línea de combate” frente a un supuesto “imperio”, el régimen busca victimizarse y desviar la atención de sus propias acciones.
Un contrapeso fallido y una estrategia sin futuro
Desde que asumió la presidencia, Maduro ha intentado en vano convertir a la milicia en un contrapeso para el desmedido poder de la cúpula militar de la FANB. También ha buscado llenar con ellos el vacío dejado por las deserciones en cuerpos como la Guardia Nacional Bolivariana (GNB). Sin embargo, estos intentos han fracasado.
Los analistas, como el sociólogo Gianni Finco, coinciden en que la propaganda del régimen busca proyectar una imagen de “capacidad moral superior” y “fines éticos” del chavismo, aunque en la práctica la milicia sea utilizada para reprimir a la oposición.
La estrategia del gobierno, que algunos expertos atribuyen a la inteligencia cubana, busca proyectar escenarios de guerra civil y de guerrillas. Sin embargo, el politólogo Molina Galdi descarta su viabilidad. La mayoría de los venezolanos desea el fin del gobierno, y las bases que quedan no podrían operar sin el financiamiento del Estado, por lo que una verdadera guerra de guerrillas es inviable.
A pesar de los esfuerzos de propaganda, la Milicia Bolivariana sigue siendo una fuerza que existe más en el imaginario del régimen que en el campo de batalla, un símbolo de la desesperada estrategia de un gobierno por mantenerse en el poder.
Agencias