Ninguna mujer de presidente ha tenido asistente para negocios propios, y, menos aún, gestionados por funcionarios del Estado. Eso es malversación
NotMid 01/10/2025
OPINIÓN
FEDERICO JIMÉNEZ LOSANTOS
Viendo ayer a la portavoz del Gobierno empeñada en demostrar que no entiende lo que publican los medios, carece de la más mínima noción de Derecho y le es ajeno cualquier sentido del ridículo, se me vino encima una pregunta con luces de revelación: ¿Y si realmente no sabe leer? ¿Y si habla así, a tontas y a locas, porque tropieza en lo primero y cae en lo segundo? ¿Y si lo que necesita no es sólo dimitir, sino empezar en serio la Primaria? ¿A eso se debía su gesto de viuda consolable, pero, ay, desconsolada?
Ayer, Rubio y los 900 asesores no le pasaron ni un mísero papel para hacer frente al informe de la UCO y sus 121 correos, 10 de ellos, sin duda, probatorios de malversación de fondos, Así que Pili lo redujo a “una cuenta de Gmail”. ¡Y es la UCO! Son 121 los correos que demuestran que la tarea esencial de la funcionaria Cristina Álvarez, de la Secretaría del Gobierno, sita en Moncloa, era pedir dinero para los negocios privados de Begoña, un pedazo de delito como el Aneto, el Mulhacén y el Teide juntos.
Dijo ayer la discapacitada gramatical que “no había nada nuevo” y que “todo eso ya se sabía”. Lo sabría ella o lo habría oído en Moncloa, pero la verdad es que los medios lo publicaron ayer. Lo mismo que el informe que la Fiscalía Europea recabó de la Intervención General de la Administración del Estado y que denuncia las irregularidades en la adjudicación de dinero público, español y europeo, a Barrabés, viejo amigo de los Sánchez-Gómez y diseñador de la cátedra y el máster de begofundraiser, al que ella, víctima del bachillerato, no podía asistir. También ayer supimos que una UTE con mejor oferta que Barrabés fue borrada, y él pilló ocho millones de euros, 142 veces más que el año anterior. Todo era tan novedoso que no se había enterado la ministra de Hacienda, de la que depende la Intervención. Bueno, pues va Pili Juerga y, como recordando una obviedad, dice: “Son irregularidades, sí, pero no delictivas”.
La pobre, huérfana de comprensión lectora y tirando de la memoria que no tiene, insistió en que todas las mujeres de los presidentes han tenido asistentes. Ninguna tuvo negocios propios, y menos aún gestionados por funcionarios del Estado. Eso es malversación de fondos, uno de los cinco delitos que le imputa el juez Peinado, más fuerte que nunca tras estos últimos datos. Y Alegría Continente -junto al Ebro, Juerga Carrefour-, sin enterarse.