La ONU estima que el 84 por ciento de la infraestructura de la Franja está destruida, con barrios donde el daño es casi total. La reedificación podría tardar décadas y se le dará uso a las miles de toneladas de escombros que quedaron
NotMid 14/10/2025
MUNDO
En la ciudad de Gaza, capital de la Franja, describir una ruina —cada hueco, cada sombra, cada ausencia— es describir, una y otra vez, un paisaje uniforme. Desde el aire, el dron capta una realidad en loop: el cemento vencido, las profundas cicatrices de los impactos y las escaleras suspendidas, mudas metáforas de un camino inconcluso.
Entre el azul profundo del cielo y la línea lejana del mar, Gaza se revela como un mosaico interminable de escombros: bloques abiertos, columnas solitarias, techos colapsados y una densa capa de polvo. Las imágenes, difundidas por la agencia Reuters, muestran estructuras reducidas a esqueletos: pilares sin nada que sostener y paredes escasas que exponen cuartos mutilados. En las calles, rara vez se ve una figura desafiando el vacío; la escena es, en su mayoría, desolación.
La magnitud de la devastación la mide la Organización de las Naciones Unidas (ONU): el 84 % de la infraestructura de Gaza está destruida y, en algunos barrios, el daño alcanza el 92 %. Jaco Cilliers, del Programa para la Asistencia al Pueblo Palestino, ofrece la cifra sobre la mesa: la reconstrucción de Gaza exigirá al menos 70.000 millones de dólares. Solamente para los próximos tres años, se necesitan 20.000 millones si la vida quiere volver a arraigarse en la tierra arrasada.

Imágenes aéreas muestran una ciudad reducida a escombros, donde la vida lucha por resurgir entre ruinas y polvo, mientras la ONU advierte que la reconstrucción podría tomar décadas (REUTERS/ARCHIVO)
Se calcula que 55 millones de toneladas de escombros cubren la ciudad tras dos años de guerra. Para operarios y voluntarios, la remoción apenas ha comenzado: solo 81.000 toneladas han sido trasladadas hasta ahora, el equivalente a 31.000 camiones. La prioridad inmediata —precisan desde la ONU— es permitir el acceso a la ayuda humanitaria y despejar hospitales y servicios sociales. Sin embargo, cada palada de escombro puede ocultar un artefacto sin explotar, o los cuerpos de quienes no escaparon a tiempo.
“La mayor parte de la remoción busca abrir el paso a los equipos humanitarios, para que consigan ofrecer la ayuda urgente que la gente necesita”, admite Cilliers. “Ayudamos también a despejar hospitales, aunque los retos parecen apilarse tan rápido como los propios escombros”.
En medio de la tragedia, la reutilización de 13.200 toneladas de ruinas trituradas, empleadas para pavimentar calles y suelos de refugios, es la única forma en que la destrucción sirve, literalmente, de base para la reconstrucción. Por ahora, esta esperanza es mínima frente a la escala de lo perdido.
Nada de esto habría sido necesario sin el ataque del 7 de octubre de 2023. Aquel día, Hamás lanzó un asalto letal en el sur de Israel: 1.200 personas fueron asesinadas y 251 secuestradas. El ciclo de violencia devoró la Franja durante dos años, hasta la tregua formal anunciada este lunes. La entrega de los últimos veinte rehenes vivos y de cuatro cuerpos por parte de Hamás vino acompañada del compromiso israelí de nuevas liberaciones de presos y la promesa de desmilitarización.

Las imágenes de Reuters muestran una Gaza convertida en un mosaico de escombros, con estructuras esqueléticas y calles desiertas (REUTERS/ARCHIVO)
Israel prevé ahora una nueva fase: el ministro de Defensa, Israel Katz, anunció la destrucción sistemática de lo que queda de la red de túneles de Hamás, bajo supervisión internacional con Estados Unidos como garante. Estos túneles permitieron durante años el movimiento de combatientes y ataques por sorpresa bajo la frontera. Muchos ya fueron demolidos, pero Katz insistió: “El gran reto de Israel, tras la liberación de rehenes, será la eliminación definitiva de los túneles terroristas en Gaza. Ordené al ejército prepararse para la misión”

Israel anunció una nueva fase para eliminar la red de túneles de Hamas, bajo supervisión internacional y con Estados Unidos como garante (REUTERS/ARCHIVO)
Hamás, un gobernante contestado incluso entre sus aliados, aceptó la primera etapa del acuerdo: entrega de 48 rehenes y el intercambio de presos, una transacción que busca abrir espacio a una posible estabilidad futura. La ONU, mientras tanto, urge a la comunidad internacional a aportar fondos y participación privada para una reconstrucción que, advierte, llevará décadas si todo sale bien.
En los barrios que componen las imágenes, el paisaje es un eco constante: columnas solitarias, bloques partidos, muros derrumbados y techos que han desaparecido. La devastación es tan uniforme que las tomas podrían confundirse en un loop inacabable. “La reconstrucción total podría tardar décadas”, advierte la ONU. En Gaza, contemplar la destrucción es contemplar el mismo panorama una y otra vez. Pero la esperanza —minúscula, forjada en el polvo— insiste en sobrevivir bajo los mismos escombros.