Ni siquiera es necesario haber conocido a Luis García Montero para saber que su vida ha sido una sucesión de mangoneos cutres y sucias charranadas
NotMid 18/10/2025
OPINIÓN
ANDRÉS TRAPIELLO
Fue el dónde, el cuándo, el cómo. En la antigua plaza de los Caños de Madrid. Mayo de 2011. Subidos en un cadalso angosto y negro de alquiler. Desde él un hombre con sotabarba de arponero arenga a una docena de curiosos. Vehemente sin perder intimidad, cercano a pesar del altavoz: un hecho insólito en la praxis del mitin.
A su lado se encuentra una mujer menuda, delgada, de mirada vivaz. Asiente discreta. Componen una estampa de lo más sugestiva. La gente que pasa por allí se para unos segundos, y al ver que no reparten panaceas, se largan, algunos indignados. Vienen la mayoría de ellos de la Puerta del Sol. En la Puerta del Sol está teniendo lugar la más monumental estafa populista, y comparado con aquellos sofistas de manual lo que dice el hombre de la plaza de los Caños tiene un tono de lo más socrático. Habla a los demás como si hablara consigo mismo. De una enseñanza y sanidad común para todos los españoles. De la corrupción de los populares de la calle Génova y de los socialistas de la Junta de Andalucía. De las secretas, tenaces y vergonzosas claudicaciones de los socialistas ante el terrorismo de Eta, y de los populares ante los nacionalistas vascos y catalanes. Del final de los privilegios seculares de algunos territorios. Del reforzamiento de cuanto nos es propio y común, empezando por la lengua, el himno y la bandera. De las fuerzas de seguridad del Estado. De la elección de los magistrados para los órganos judiciales. De una Hacienda justa, equitativa…
La actualidad ha querido que los nombres de Álvaro Pombo y Rosa Díez, viejos candidatos de Upyd, coincidan estos días en las páginas de los periódicos.
Rosa Díez acaba de publicar un libro fascinante: La sombra. Memoria histórica de Zapatero. Se lee como uno de esos episodios que Galdós dedicó a Narváez, a Amadeo I, a Cánovas… No se puede soltar. Solo que no lo atraviesa ni un átomo de ficción. Si bien se mira, aterra. O deprime, según te dé. Lo que sabíamos, lo que no sabíamos y lo que hemos olvidado. Todo cuanto hoy ha normalizado PSánchez antes lo entronizó, pudriendo la convivencia entre españoles, el divisivo RZapatero. De la resurrección y el blanqueamiento de Eta, cuando estaba derrotada, al Pacto del Tinell, aquella conjura de los necios para impedir la democrática alternancia en el poder. Y como bien dice RDíez: PSánchez no habría podido desenterrar a Franco si antes RZapatero no hubiera desenterrado la Guerra Civil, ni gobernar con quienes se proponen acabar con la Constitución y el legado de la Transición si RZapatero no hubiera puesto en marcha su «segunda Transición» o reactivación del mito de la República que, antes incluso del golpe de Estado del 36, había acabado con la democracia española y conducido a este país a una dictadura de 40 años. Hoy, RZapatero, recuerda RDíez, es solo «un don nadie» que trapichea con un narcodictador como Maduro (y ambos sabrán por cuánto), con los siniestros comunistas chinos y con los que acuden a sus mítines para oírle, embobecidos y riéndoselas, unas logorreas ciertamente incomprensibles, narcotizadas.
Todo lo contrario que el artículo de Álvaro Pombo, publicado hace unos días, providencial. Su pedrada ha removido las aguas del podrido estanque de la cultura oficial española. Salía al paso de la cuchillada al bies y por la espalda que Luis García Montero, director del Instituto Cervantes, le había metido a Santiago Muñoz Machado, director de la Real Academia Española, «experto», dijo, «en llevar negocios desde su despacho para empresas multimillonarias».
GMontero («un burócrata, tiene vocación de burócrata, como todos los comunistas que yo conozco», señaló Pombo; PReverte, JLCebrián y JRioyo completaron el retrato: «mediocre y paniaguado», «un mequetrefe», «la envidia y el rencor») solo ha sido «el mandado» (FSavater) de PSánchez para hacerse con la dirección de la única institución prestigiosa que se le resiste, la Real Academia.
Ni siquiera es necesario haber conocido a GMontero para saber que su vida ha sido una sucesión de mangoneos cutres y sucias charranadas en los jurados y tribunales de los que ha formado parte, perpetrados con nocturnidad y sin ella, alevosa o descaradamente con el fin de favorecer a sus amigos o combinar sus amaños, sin abandonar jamás, eso no, sus ademanes curiles, untuosos («un falso bueno», según Ángel González); con haber leído al poeta y crítico García Martín, que lleva años denunciándolo, habría sido suficiente.
Y los que le conozcan, al ver ese «empresas multimillonarias», se habrán impresionado poco con la mixtificación: GMontero vive en una casa de millonario en Madrid y otra en Rota, con cuadros de millonario y una biblioteca de millonario, sin contar el sueldo de millonario (a mí me lo parece: 110.440,53€) que lleva cobrando en el Instituto Cervantes, desde donde despliega, semana a semana, su política sectaria, corrupta y de rufián (su último libelo en El País, este lunes: «La navaja», amenazándonos a todos; bah, que diría Baroja).
Ni escrúpulos ni vergüenza, nada en lo que su señorito, PSánchez, no haya demostrado ser un virtuoso. Pasará este episodio y seguirán guarreando la cultura. Él el primero; ya es viejo para cambiar.
RDíez en su libro ha hecho uno de los diagnósticos más desoladores de este tiempo: «Zapatero es el tumor y PSánchez la metástasis». Ahora habrá que añadir también la roña. Todos ellos han metido a este país en un asqueroso lodazal.