La ex primera dama deja en manos de Dios decidir si su “misión” es competir en las elecciones presidenciales de 2026
NotMid 18/10/2025
IberoAmérica
La carrera por la candidatura presidencial de 2026 en Brasil se ha lanzado, y la derecha dura enfrenta una profunda confusión sobre quién debe liderarla. La pregunta central ya no es si Jair Bolsonaro será el candidato, sino ¿y si la derecha postula a un Bolsonaro, pero no a Jair?
El escenario se complica para el expresidente. Condenado a 27 años y tres meses de prisión por liderar un intento de golpe de Estado, su sueño de una amnistía que lo rehabilite es cada vez más lejano. A esto se suma que, este jueves, el Supremo Tribunal Federal (STF) autorizó la reapertura de una investigación en su contra por supuesta injerencia política ilegal en la Policía Federal (PF) durante su mandato.
La investigación reabierta, ordenada por el juez Alexandre de Moraes, se remonta a 2020, cuando el entonces ministro de Justicia, Sergio Moro, acusó a Bolsonaro de presionar por cambios en la cúpula de la PF para intervenir en investigaciones. Este nuevo frente se une a una larga lista de problemas judiciales, que incluyen la apropiación de joyas, difusión de noticias falsas y “mensajes de odio”, y la condena que lo inhabilitó políticamente por abuso de poder en 2022.
La búsqueda del ‘Plan B’
En este contexto de fragilidad de Jair, la disputa por el liderazgo de la derecha ha sumado nuevos elementos, especialmente con el ambiguo posicionamiento de Michelle Bolsonaro, la carismática ex primera dama.
Pastora evangélica, Michelle introdujo el componente religioso al afirmar que “cualquier decisión sobre posibles candidaturas pasará por un debate profundo con mi marido” y será “fruto de mucha oración para discernir sobre la misión que Dios, eventualmente, quiera confiarme”. Aunque enfatizó que Bolsonaro “es y seguirá siendo el mayor líder de la derecha”, sus movimientos han acelerado la carrera interna.
Otro foco de tensión en la familia es la presión por imponer “indicaciones anticipadas de candidatos”. Este comentario de Michelle apunta, más que a ella, al gobernador de Sao Paulo, Tarcísio de Freitas, a quien el poder económico y un sector poderoso de la derecha prefieren ver como candidato.
Dentro del círculo familiar, el senador Flavio Bolsonaro es visto como la opción más capaz políticamente, mientras que el diputado Eduardo, exiliado en Estados Unidos, está cada vez más desgastado y desprestigiado. La derecha está en un momento de definición crucial: Son cada vez menos los que manifiestan públicamente que Jair debe ser el candidato.
Lula y su visión a largo plazo
Mientras la derecha se reorganiza en torno al apellido Bolsonaro o a figuras externas, el actual presidente Luiz Inácio Lula da Silva ya no oculta su intención de buscar un cuarto mandato en octubre de 2026, a los 81 años.
“Es posible, sólo posible, que vuelva a presentarme a las elecciones presidenciales, si gozo de buena salud”, declaró Lula, pero inmediatamente abandonó la cautela: “Estoy dispuesto a presentarme a unas cinco elecciones más. Pueden estar tranquilos”.
Con la vista puesta en la reelección, el líder del Partido de los Trabajadores se ha enfocado en un electorado clave: el de los evangélicos, quienes respaldan mayoritariamente a los Bolsonaro. Lula ensayó una suerte de autocrítica buscando un acercamiento: “A menudo creo que nuestro lenguaje, nuestro discurso, está muy lejos del nivel de comprensión de millones de personas que querrían escucharnos”.
Finalmente, Lula no escatimó críticas al Parlamento, un poder que impone múltiples condicionantes a su gobierno, señalando que “el Congreso nunca ha estado tan mal como hoy”, con diputados “no cualificados” que priorizan la propaganda en redes sociales por encima del debate.
Agencias