La santificación, aprobada por el Francisco antes de su muerte, marca un momento clave para la fe católica en el país sudamericano, en medio de la grave crisis social y política que aqueja a la población
NotMid 19/10/2025
EUROPA
Ciudad del Vaticano, 19 de octubre de 2025.
La mañana dominical en la Plaza de San Pedro rompió la habitual solemnidad romana: una multitud vibrante, colorida y profundamente emocionada se congregó, con miles de banderas venezolanas ondeando bajo el sol. Era, sin duda, una jornada de celebración para el país caribeño, marcada por la canonización de dos figuras inmensamente queridas: José Gregorio Hernández, el legendario “médico de los pobres”, y Carmen Rendiles, fundadora de una congregación religiosa y ejemplo de fortaleza.
En medio de cantos, rezos y lágrimas, la ceremonia oficializó un momento de comunión trascendental, tanto para los cerca de 55.000 peregrinos reunidos en Roma como para los millones de venezolanos que, desde su país natal, siguieron el acontecimiento en medio de una severa crisis política y económica.

Miles de venezolanos celebran en Roma y Caracas la santidad de dos figuras emblemáticas en medio de la crisis nacional (REUTERS/Claudia Greco)
El Aplauso que Cruzó el Atlántico
Cuando el papa León XIV pronunció en latín la solemne fórmula para inscribir a Hernández y Rendiles en el libro de los santos, la ovación que brotó en el Vaticano cruzó el Atlántico. El eco del aplauso se expandió de inmediato en plazas y calles de Caracas, donde cientos de fieles —muchos con imágenes del doctor-santo o encendiendo velas en altares improvisados— siguieron la transmisión en directo.
El júbilo fue contagioso y no distinguió entre oficialistas y opositores: la canonización ofreció una de las pocas ocasiones de unidad para el país, logrando distender, al menos durante unas horas, la fuerte polarización política que define a la Venezuela contemporánea.
En la Plaza de San Pedro, los miles de venezolanos destacaban por su fervor y colorido. Camisetas y gorras con el rostro del doctor y la imagen de la religiosa se contaban por doquier. El testimonio de José Ramón Malave Contreras, un venezolano residente en Roma, resumió el sentir colectivo: “Mi mamá me puso mi nombre gracias a este santo venezolano porque, según la creencia, yo iba a nacer muerto. Para mí, era imperdible este momento”, declaró emocionado a la prensa.

El fervor venezolano inunda el Vaticano con la canonización de Hernández y Rendiles (REUTERS/Claudia Greco)
El Símbolo de la Esperanza
Aunque la jornada en el Vaticano incluyó la canonización de otros cinco nuevos santos, la devoción popular venezolana se robó el protagonismo.
José Gregorio Hernández (Isnotú, 1864 – Caracas, 1919) es una figura monumental en la cultura venezolana. Intelectual y profesor universitario, dedicó su vida a la medicina, atendiendo y costeando medicamentos para los necesitados, lo que le valió el apodo de “médico de los pobres”. Su imagen es un símbolo de fe, adornando hospitales y casas.
El camino a la santidad de Hernández fue poco convencional: el Vaticano reportó que el papa Francisco aprobó el reconocimiento desde su habitación de hospital el 24 de febrero de 2025, eximiendo el proceso tradicional de milagros y basándose en la “veneración generalizada del doctor-santo entre los fieles”. No obstante, la Iglesia avaló formalmente la recuperación de una niña herida de bala en la cabeza y la sanación sobrenatural de un hombre en Estados Unidos.
Por su parte, la madre Carmen Rendiles (Caracas, 1903 – 1977), destacó por su fuerza de carácter y vocación, superando una discapacidad física de nacimiento. Fundó el instituto Siervas de Jesús y dedicó su vida a las obras sociales, impulsando escuelas para niñas de bajos recursos. Su canonización se logró por el reconocimiento de dos milagros de sanación inexplicable.

El papa León XIV oficializa la canonización de Hernández y Rendiles ante 55.000 peregrinos y una multitud global de fieles (REUTERS/Claudia Greco)
Un Bálsamo Nacional
Mientras en Roma la fiesta concluía, en Caracas el ambiente era de vigilia festiva. Familias enteras, unidas alrededor de una pantalla o un altar improvisado, celebraban con lágrimas y gritos de euforia. Para la sociedad venezolana —marcada por la inflación, el éxodo masivo y el desencanto— la canonización de sus dos primeros santos ofreció un auténtico bálsamo y un poderoso motivo de esperanza común.
El papa León XIV cerró la homilía pidiendo que el ejemplo de los nuevos santos inspire a las comunidades en la vocación a la santidad. Para Venezuela, el 19 de octubre de 2025 quedó grabado como el día en que dos rostros familiares entraron en el panteón de la fe católica, uniendo simbólicamente a una nación fracturada en torno a la fuerza silenciosa de la devoción popular.
Agencias