NotMid 05/12/2025
MUNDO
La imagen de Vladimir Putin rindiendo homenaje este viernes a Mahatma Gandhi en Nueva Delhi, en el monumento conmemorativo del Rajghat, a orillas del río Yamuna, encierra una paradoja difícil de ignorar. Gandhi, símbolo universal de la no violencia y de la resistencia pacífica, defendió con firmeza que ningún objetivo político justifica la agresión armada. Más allá del protocolo diplomático propio de las visitas de Estado, el hecho de que el responsable de la invasión de Ucrania —un conflicto que ha provocado miles de muertes— deposite una corona de flores en el lugar donde fue incinerado en 1948 quien dedicó su vida a detener la violencia, evoca grandes contradicciones.
El acto no es solo un protocolo, sino la escenificación de un arriesgado juego geopolítico donde el primer ministro indio, Narendra Modi, utiliza su amistad con Moscú para defenderse de la presión arancelaria de Washington.
Contradicciones en la Sede de la Paz
Para terminar la semana en la que ha lanzado una nueva amenaza diciendo que su país está preparado para entrar en guerra con Europa, y rechazado cualquier plan sobre el fin del actual conflicto que no incluya los territorios ucranianos ocupados, Putin se inclinaba ante uno de los grandes símbolos de la paz.
“Sus ideas de libertad, virtud y no violencia siguen vigentes hasta nuestros días”, escribió el presidente ruso sobre Gandhi en el libro de visitas.
Putin concluyó su segundo y último día de viaje en India firmando varios acuerdos comerciales. En todo momento fue cortejado por el primer ministro indio Narendra Modi, un equilibrista de las relaciones internacionales que camina desde hace tiempo por la cuerda floja entre Moscú y Washington. Modi calificó a su homólogo ruso de “verdadero amigo” y “líder visionario” tras la cumbre bilateral.
Mencionando la guerra en Ucrania, Modi defendió que su país “no es neutral; está del lado de la paz”. Los medios indios citaron también declaraciones de Putin agradeciendo a Modi por sus “esfuerzos de paz” en la “crisis” de Ucrania.
El Desafío Petrolero a la Línea Dura de Trump
La estrategia de Modi de mantener el vínculo con Rusia comenzó a mostrar fisuras tras el regreso de Trump a la Casa Blanca. El presidente estadounidense ha acusado al Gobierno de Modi de financiar la maquinaria de guerra de Putin mediante las abundantes compras de petróleo ruso, un flujo que se disparó desde el inicio de la guerra en 2022 y que convirtió a Rusia en un proveedor clave para India.
“Rusia es un proveedor confiable de petróleo, gas, carbón y todo lo que se requiere para el desarrollo energético de la India”, dijo Putin a Modi durante la visita.
Bajo la Administración Biden, Washington toleró estos vínculos por considerar a India un socio imprescindible para contrarrestar el avance chino. Pero Trump ha optado por una línea más dura: este verano duplicó los aranceles sobre productos indios del 25% al 50% como medida de presión. Funcionarios estadounidenses incluso llegaron a contar al Wall Street Journal que la Casa Blanca ve a India como un “centro de lavado de dinero del Kremlin”.
La alianza comercial ilustra este nuevo equilibrio: el comercio bilateral pasó de 10.100 millones de dólares antes de la pandemia a 68.700 millones en el último ejercicio fiscal, impulsado por los descuentos del crudo generados por las sanciones occidentales.
Lazos Militares y el Frente BRICS
El viaje de Putin buscaba impulsar también varios contratos por los que India ampliaría su despensa de armas rusas con más aviones de combate Su-57 y sistemas de defensa aérea S-400. La cooperación militar sigue siendo uno de los pilares del vínculo: más del 60% del inventario militar indio es de fabricación rusa.
En la cumbre, Rusia e India anunciaron que “reformularán sus vínculos de defensa para tener en cuenta el impulso de Nueva Delhi hacia la autosuficiencia”, mientras que Putin anunció el lanzamiento de una oficina india de la cadena de noticias Russia Today (RT) para “ayudar a los indios a aprender más sobre Rusia”.
El presidente ruso también explicó que él y Modi estaban cooperando en política exterior, incluso a través de su coalición de países BRICS, para promover un mundo “más justo” y “multipolar”, marcando una clara alianza contra la hegemonía occidental.
El Giro de Delhi ante la Presión
Las presiones de Trump a Delhi provocaron un giro inesperado en la diplomacia india: Modi se acercó a Pekín, apagando fricciones fronterizas de los últimos años, y viajando en septiembre al país vecino para participar en una cumbre regional junto al líder chino Xi Jinping y a Putin. Los tres fueron fotografiados juntos cogidos de la mano y compartiendo bromas, una imagen que no gustó en Washington.
Para contrarrestar los nuevos aranceles estadounidenses y mostrar capacidad de maniobra, Modi habría pedido a Putin que aumente la importación de productos indios y facilite la contratación de trabajadores del país del sur de Asia en proyectos rusos.
La cálida bienvenida de Modi a Putin, sellada con el abrazo en el aeropuerto, proyecta dos mensajes estratégicos. Es un claro desafío a Washington, un recordatorio de que India dispone de alternativas poderosas en el tablero multipolar. Y, a la vez, es un movimiento de contención hacia el Kremlin, buscando reforzar su vínculo con Moscú justo lo suficiente para evitar que Rusia se precipite por completo en la órbita de su rival regional, China. Al final, la cumbre en Nueva Delhi no solo trata de la guerra en Ucrania o de Gandhi, sino de la soberanía energética y de la independencia geopolítica de India en un mundo que se fractura rápidamente.
Agencias
