Decir que un golpe de Estado no debe juzgarse porque es una “crisis política” es un avance de la impunidad dictatorial del Sánchez de mañana
NotMid 22/09/2023
OPINIÓN
FEDERICO JIMÉNEZ LOSANTOS
Estamos a diez minutos de que Dolores Delgado pida la imputación del Rey por alentar a la defensa del régimen constitucional frente al golpe de Estado de 2017. Dice Sánchez, el piafante dictador, más que en ciernes en vísperas, que la crisis política no debió llevarse nunca a los tribunales. El jefe del Estado podría argüir en su defensa que el 3 de octubre no sabía que los golpistas catalanes iban a ser necesarios para colocar a Sánchez en la Moncloa. En realidad, ni siquiera Cum Fraude lo sospechaba cuando decía que el golpe no había sido sedición sino rebelión, que traería a Puigdemont a España para juzgarlo y votó la aplicación del 155 contra los golpistas. Y si no lo sabía Sánchez, que se enteró el día de las últimas elecciones generales, ¿cómo iba a saberlo Felipe VI?
Si no fuera semianalfabeto, este tirano en capilla podría decir, como Saint Just, el ángel del terror de la Revolución Francesa, sobre Luis XVI: «Nadie reina impunemente». Si aquel rey era culpable sólo por el hecho de heredar la corona, Felipe VI lo es mucho más, porque apareció en la tele como jefe del Estado y ante la deserción de Rajoy. Yo no descarto que Delgado, pareja de Garzón, expulsado de la Justicia por prevaricación y abogado del Cártel de los Soles, quiera procesar al millón de personas que, enarbolando banderas españolas, tomó un 8 de octubre de hace seis años las calles de Barcelona con aire festivo pero gritando «¡Viva España!», «¡Viva el Rey!» y «¡Puigdemont a prisión!». O sea, queriendo judicializar la «crisis política», como ahora la define Sánchez. Borrell, condenado por corrupción en Abengoa, dijo que aquello no debía ser «un circo romano». Era peor: un atentado contra los derechos de los leones a zamparse a los cristianos.
Decir que un golpe de Estado no debe juzgarse porque es una «crisis política» no es una condena del Sánchez de ayer por el Sánchez de hoy, sino un avance de la impunidad dictatorial del Sánchez de mañana. Habrá que rehabilitar a los condenados del 23-F por el aparente golpe de Estado, que solo fue la manifestación de una crisis política por la ineficacia de Suárez ante el terrorismo separatista. Nunca debió juzgarse, salvo quizás por atacar a los futuros socios de Sánchez. Pero ¿quién podía suponerlo hace 40 años, si hace 40 días no lo sabía ni él?