Cargueros pertrechados con submarinos y grúas capaces de levantar hélices andan ‘saqueando’ cementerios de barcos de guerra ente el Estrecho de Malaca y el Mar de China Meridional
NotMid 28/07/2023
ASIA
Más de dos décadas lleva el buzo malasio Dave Yiu realizando inmersiones en los naufragios de la Segunda Guerra Mundial en el Sudeste Asiático. Se estima que alrededor de 400 barcos con más de 15.000 marineros se hundieron en aguas poco profundas del Estrecho de Malaca y del Mar de China Meridional. Muchos de ellos eran buques británicos destruidos por torpedos aéreos japoneses. Dave se sumerge por aquellas tumbas de guerra bajo el agua e inspecciona los restos de los naufragios. Algunas veces se ha encontrado con pescadores carroñeros que buscan chatarra en alguno de estos navíos para revenderla en algún mercadillo. Pero ahora, como ha podido comprobar el propio Dave, en muchos de esos barcos directamente no queda nada que llevarse. Están desguazados.
Es el caso del crucero de batalla HMS Repulse de la Royal Navy británica y del acorazado HMS Prince of Wales. Ambos, con más de 800 tripulantes a bordo enviados a defender Singapur, se hundieron a unos 50 metros bajo el agua frente a la costa de Kuantan, en Malasia. Ocurrió el 10 de diciembre de 1941 tras un ataque japonés tan solo tres días después de la derrota de la flota estadounidense en Pearl Harbor. Dave dice que, durante su última inmersión en el Repulse, se dio cuenta de que faltaba una hélice en la popa del tamaño de un autobús.
A finales del pasado mayo, la guardia costera de Malasia detuvo un barco ante las sospechas de que había estado saqueando los restos de estos naufragios británicos de la Segunda Guerra Mundial. Se trataba del Chuan Hong 68, un carguero chino de 122 metros de eslora con varias grúas enormes en la cubierta, que había desactivado su transpondedor para evitar ser rastreado. Hace cinco años, este buque ya fue capturado por la armada de Indonesia por saquear un superpetrolero sueco hundido. Poco después, fue acusado por Malasia de llevarse los restos de tres barcos de guerra japoneses hundidos frente a la isla de Borneo.
Iban 32 tripulantes en el barco chino incautado hace poco más de un mes por anclar sin autorización en el sur de Malasia. Pero lo interesante fue que las autoridades malasias encontraron a bordo varios proyectiles de cañón oxidados que se cree que estaban dentro de los dos buques británicos hundidos, el Prince of Wales y el Repulse, que había explorado el buzo Dave. Según apuntaron después desde el Observatorio Marítimo, una agencia con sede en Reino Unido que se dedica a vigilar el patrimonio cultural subacuático de su país, el reconocimiento satelital había demostrado que la embarcación china estuvo durante cinco meses operando en esas aguas sin ser detectada.
Gracias a un vídeo que subió a TikTok un trabajador portuario, también se descubrió que el Chuan Hong 68 había descargado días antes en un puerto malasio cercano a Singapur un contenedor con acero sustraído de los barcos de guerra, muy codiciado por algunos fabricantes de dispositivos electrónicos, y más munición sin detonar.
Varios gobiernos de los países del Sudeste Asiático han denunciado que cargueros con la bandera china llevan años saqueando los cementerios marinos con barcos de guerra que se hundieron en el disputado Mar de China Meridional, importante enclave de rutas comerciales y con ricos depósitos de petróleo y gas, del que Pekín reclama alrededor del 80% del total de las aguas. Pero el gigante asiático no está interesado únicamente en rescatar los restos de los barcos de guerra.
El año pasado, en esas mismas aguas, estos “piratas” chinos descubrieron dos naufragios de hace más de 500 años que se encontraban a 1.500 metros de profundidad. En uno de ellos hallaron piezas de porcelana bien conservadas. En el otro, troncos de madera apilados.
Los expertos dijeron que los dos barcos viajaban en diferentes direcciones y que los restos se encontraron a menos de 20 kilómetros de distancia, lo que reforzaba el dominio comercial en esos mares de la antigua Ruta de la Seda. Alegato que en Pekín usaron para reclamar su soberanía de casi la totalidad de un mar donde hasta siete países la disputan. Un análisis acerca de esta cuestión publicada en The Economist señalaba que, siguiendo la lógica de Pekín, los restos de los viejos barcos chinos marcan el territorio que la actual segunda potencia mundial alguna vez controló y, por lo tanto, aún debe controlar.
Sobre los restos de los dos naufragios encontrados el año pasado, la embarcación que llevaba el cargamento de madera se remonta al período Hongzhi de la dinastía Ming, que duró desde 1488 hasta 1505. El otro naufragio, cargado con 100.000 piezas de vajilla (tazones, platos y jarrones) sería del período Zhengde, de 1506 a 1521. En el operativo para rescatar las reliquias, los investigadores utilizaron el sumergible Shenhai Yongshi, que puede transportar personas a una profundidad de hasta 4.500 metros, como el submarino Titan, que implosionó el pasado mes cuando buscaba los restos del Titanic. El Shenhai tiene dos brazos robóticos que pueden recoger artefactos delicados, así como cámaras que permiten a los técnicos crear modelos digitales de los naufragios.
Hace más de medio siglo, en los años de la imberbe y pobre China comunista de Mao Zedong, que se recuperaba de la guerra civil contra los nacionalistas, las riquezas hundidas bajo esas aguas acababan en manos de cazadores de tesoros europeos, que luego vendían la porcelana y el oro chino encontrado a museos de Berlín o Londres. Ya entrados en este siglo, cuando la política de aperturismo consolidó al gigante asiático como una potencia económica, en Pekín apostaron fuerte y metieron mucho dinero en la arqueología subacuática, abriendo un departamento en el Museo Nacional dedicado exclusivamente a ello.
LA ATLÁNTIDA DE ORIENTE
Cargueros con grúas en la cubierta como el Chuan Hong 68 comenzaron entonces a explorar aguas poco profundas, que están iluminadas por el sol y los naufragios son más fáciles de detectar. Pero después, los sumergibles que llevaban estos navíos se lanzaron hacia las profundidades, con importantes descubrimientos como los naufragios hallados en 2022.
Dentro de las fronteras terrestres chinas, la arqueología subacuática también ha llevado a los buzos hasta la llamada “Atlántida de Oriente”, una ciudad que se inundó en 1959 y que cayó en el olvido, hasta su redescubrimiento bien entrado este siglo.
A 40 metros bajo el lago Qiandao, al sur de China, se encuentra Shicheng, construida hace 600 años y donde vivían 300.000 personas. Hoy en día, el lugar se ha convertido en un parque de atracciones para los buceadores expertos, que pueden visitar unas ruinas con una fotografía espectacular.
Agencias