Reino Unido y Francia iniciarán programas de formación para pilotos ucranianos en aviones occidentales y empujan a EEUU para que participe
NotMid 17/05/2023
EUROPA
Desde mayo del año pasado, y en una localización secreta, un puñado de pilotos ucranianos pasaron seis meses entrenando en aviones de combate de EEUU modelo A10 Thunderbolt, una reliquia enorme y ruidosa de la Guerra Fría, pero también efectiva contra columnas de blindados, como demostró en la operación Tormenta del Desierto.
Los veteranos del A10 que instruyeron a estos aviadores quedaron sorprendidos por las capacidades de estos pilotos, innovadores y flexibles para cambiar sus monturas soviéticas y adaptarse a las occidentales en solo seis meses. Entonces alguien decidió que el A10 era un trasto vulnerable a los cazas y defensas antiaéreas rusas en los cielos ucranianos y se canceló el programa, pero el primer puente con la aviación de Estados Unidos ya se había levantado.
Con el paso de los meses, la escalada en los métodos bélicos de Moscú y la falta de miedo a saltar las supuestas líneas rojas del Kremlin ha provocado que los aliados de Kiev hayan proporcionado a Ucrania lanzaderas de cohetes HIMARS, tanques de diseño occidental, misiles de largo alcance y cazas de origen soviético MiG29. Solo quedaba un tabú y puede estar a punto de caer: el envío de aviones de combate occidentales a Ucrania.
Volodimir Zelenski lleva meses tratando de convencer a sus aliados de la creación de una “coalición de los cazas” igual que antes la hubo de tanques. De momento, ya ha conseguido que den un paso importante: la formación de pilotos ucranianos en cazas occidentales por parte de Reino Unido, Países Bajos y Francia, y esta vez con aparatos de características más prometedoras que los viejos A10. El presidente Zelenski cifra en unos 40 o 50 aviones (o sea, cuatro escuadrones) el número necesario para alejar definitivamente de los cielos ucranianos a los cazas rusos que se acercan a su frontera para lanzar bombas guiadas.
Para esa misión, los vetustos MiG29, tanto propios como los cedidos por Polonia y Eslovaquia, ya no le sirven. Es la primera vez que países europeos tratan de empujar a EEUU al envío de material avanzado. Desde que comenzó la invasión el 24 de febrero de 2024, siempre había sido al contrario. Pero el gobierno de Joe Biden, que no ha manifestado ningún cambio de postura, no tiene ahora la autonomía de hace unos meses por sus problemas en el Congreso para seguir pidiendo fondos para Ucrania. Los países europeos saben que sin Washington no puede darse ningún paso, ya que el F16 es de fabricación estadounidense y son ellos, en último término, los que deben dar su permiso para la reexportación a Ucrania.
El próximo fin de semana, en la reunión del G7 que se celebra en Hiroshima, el presidente ucraniano, que está invitado aunque sea de manera virtual, tratará de cerrar un acuerdo con europeos y estadounidenses. De momento, se ha mostrado “optimista” con lo que llama “la diplomacia de los jets”. Rishi Sunak y Emmanuel Macron ya se han comprometido con el mandatario ucraniano al menos a entrenar a sus pilotos y ahora falta conocer los detalles. Pero todos saben que nadie entrena aviadores si no es para que piloten esos mismos aviones. “No podemos controlar nuestro cielo. En breve veremos importantes decisiones sobre este asunto”, dijo Zelenski.
A esa idea se incorporó con presteza Países Bajos. Recordemos que el gobierno del primer ministro Rutte tiene alguna cuenta pendiente con el régimen de Vladimir Putin. El vuelo MH17 de Malaysia Airlines derribado en 2014 por los prorrusos en Ucrania gracias a una batería antiaérea cedida por el Kremlin a estos señores de la guerra, no se ha olvidado en el país, al igual que los 192 ciudadanos neerlandeses que iban en aquel avión. Por eso Países Bajos ha sido uno de los que más armamento ha entregado a los ucranianos y menos dudas ha tenido con respecto a enviar aviones. Bélgica, uno de los países que más tibios se ha mostrado al envío de munición y armamento, también ha mostrado la intención de unirse a esta coalición.
Como sucedió con los carros de combate, ahora Ucrania se puede enfrentar a otra variedad de sistemas. Aunque hablamos de socios de la OTAN, cada uno apuesta por sus propios aparatos en sus fuerzas aéreas. Zelenski, aconsejado por sus generales, ha solicitado el modelo F16 fabricado en EEUU por Lockheed Martin, por su polivalencia y su simplicidad. Otro candidato es el sueco Gripen, fabricado por Saab, barato y más sencillo de pilotar que otros modelos occidentales.
El problema es que ni Francia, ni Reino Unido ni Alemania tienen estos modelos en sus escuadrones. Es decir, la formación se haría, en el caso galo, en sus aparatos Rafale o Mirage 2000, mientras que los británicos usan los complejos Eurofighter Typhoon y F35, el caza furtivo de EEUU que requiere un entrenamiento mucho más intenso que el F16. La Luftwaffe de Alemania por su parte también utiliza el Typhoon y mantiene en nómina al veterano Tornado, ninguno de ellos parecido al pequeño y maniobrable F16. Los únicos que podrían entrenar y entregar unidades de este caza son Países Bajos, Dinamarca, Noruega y Bélgica, que tienen una flota activa de unos 125 de estos aparatos.
Es decir, que estos entrenamientos, de hacerlos Francia y Reino Unido, provocarán dos cosas: la primera es que no veremos, en el mejor de los casos, un caza occidental en el cielo ucraniano al menos hasta final de año. Un piloto ucraniano que sepa volar un MiG29, es decir, un sistema soviético, puede tardar unos seis meses en adaptarse a un sistema occidental. La segunda es que todos los pilotos que sean entrenados en Mirage, Tornado o Eurofighter luego tendrán que hacer otro curso de adaptación al F16, lo que dilataría los tiempos. Y eso suponiendo que EEUU, que es el que posee más unidades de este caza, quiera donar esa cantidad de aparatos para completar cuatro escuadrones.
Por esas razones, además de las enormes dificultades logísticas, esta “coalición de cazas” es aún más compleja que la “coalición de tanques”. Ucrania, aún así, ha puesto a sus embajadas a funcionar y ha pedido a sus aliados toda la ayuda posible, aunque sea con la entrega de sistemas diferentes al F16. Por ejemplo, fuentes diplomáticas aseguran a EL MUNDO que Ucrania ha hecho llegar a España la solicitud de aviones de guerra. Eso sólo puede significar la cesión de varios F18 Hornet de los que tiene el Ejército del Aire, de nuevo otro aparato muy diferente al F16.
Si Ucrania se enfrenta a una pesadilla logística sin precedentes con los carros de combate (debe mantener tres escalones logísticos para el Leopard 2, Challenger 2 y M1 Abrams), lo de los cazas puede suponer un desafío difícil de igualar de entregarse a Ucrania varios modelos de caza en vez de uno, un esfuerzo no visto desde la Segunda Guerra Mundial. Ucrania ha puesto grandes expectativas en la cumbre de la OTAN de Vilna (Lituania). Desde Kiev aseguran que la política de “open door”, como llaman desde Bruselas, no es suficiente y espera que la Alianza apoye sin fisuras una hoja de ruta que pueda terminar en la invitación de sus socios para unirse al grupo.
Agencias