Washington establece que es Pekín y no Moscú su gran rival por la hegemonía mundial tras abatir el aparato chino que sobrevolaba sus cielos desde el miércoles

NotMid 05/02/2023

USA en español

El nuevo ‘consenso de Washington’ recibió el jueves por la noche el espaldarazo definitivo: es China, no Rusia, el gran rival de Estados Unidos en el siglo XXI. Mientras que Moscú no es capaz ni siquiera de tomar Bajmut, un pueblo de 71.000 habitantes en el Donbás pese a haber sacrificado en ese frente a miles de mercenarios de la empresa Wagner, China colocaba un globo presuntamente cargado con sistemas de espionaje electrónico sobre la base aérea de Molmstrom, en el estado Montana, una de las tres instalaciones desde las que la Fuerza Aérea de Estados Unidos controla las decenas de silos con misiles Minuteman capaces de alcanzar China. El viernes por la mañana, Canadá también informó de que estaba investigando un “posible segundo incidente” en su espacio aéreo, lo que se interpretó como una manera indirecta de referirse a otro globo. Efectivamente, había un segundo globo. Pero no al Norte de Estados Unidos. El sábado de madrugada, el Pentágono confirmaba su presencia, pero en Sudamérica. La nave había sido vista en Colombia y en Venezuela.

Este nuevo ‘consenso de Washington’ es diferente del de las décadas de los 70 y 80, cuando la expresión se refería a la introducción de medidas liberalizadoras de la economía en América Latina. El actual consenso es que la hegemonía mundial se decide en el Indo-Pacífico, no en Europa ni en Oriente Próximo. Y la crisis del globo ha reforzado todavía más esa idea. El Departamento de Defensa de Estados Unidos admitió el viernes que “en los últimos años, se han observado otros casos de este tipo de actividad con globos”.

Es un reconocimiento significativo, porque, en teoría, el espacio aéreo estadounidense no había sido violado -con la excepción de algunos incidentes aislados en Alaska durante la Guerra Fría- desde que Japón lanzó, precisamente, globos con bombas incendiarias a través del Pacífico durante la Segunda Guerra Mundial. Lanzó unos 9.300, de los que solo 300 llegaron a EEUU, México y Canadá. Que se sepa, ninguno causó daños, aunque en mayo de 1945 cuatro niños y un adulto murieron cuando se encontraron en Oregón con uno de los globos y éste estalló inesperadamente.

Así que el mensaje está claro: el espacio aéreo de “los 48 de abajo”, que es como se llama en EEUU a los estados que son ‘contiguos’, o sea, que no están separados por el Océano -Hawái- o Canadá -Alaska- ya no son invulnerables. Y menos por globos como los actuales que, al contrario de los de los japoneses hace ocho décadas, se guían por inteligencia artificial y no dependen de los caprichos del viento. En concreto, el que está sobrevolando Estados Unidos ha ido desde Montana -donde están los misiles atómicos- hasta Missouri -donde está la base de Whiteman, en la que EEUU tiene a sus bombarderos ‘invisibles’ al radar B-2- en tres días.

La Fuerza Aérea de EEUU derribó ayer sobre la costa este, en algún lugar aún no especificado de los estados de Carolina del Norte o del Sur, el globo-espía chino que ha estado sobrevolando ese país a una altitud de 18 kilómetros desde el miércoles, y que desató todas las alarmas. Poco antes, el presidente, Joe Biden, prometía “encargarse” del globo y tres aeropuertos, entre ellos el de Carolina del Sur, paralizaron su actividad.

Concluye así la que ha sido la mayor crisis militar entre EEUU y China desde que en marzo de 2011 un avión-espía estadounidense chocó con un caza chino en el espacio aéreo internacional, y se vio obligado a hacer un aterrizaje forzoso en el país asiático. China devolvió el avión y la tripulación a EEUU, pero antes descuartizó el aparato para observar sus sistemas electrónicos, la mayor parte de los cuales habían sobrevivido intactos al incidente. El piloto del caza chino murió.

El aerostato fue abatido cuando empezó a sobrevolar el Océano Atlántico después de haber realizado un periplo de más de 3.000 kilómetros sobre EEUU. La Casa Blanca siguió el consejo de la Fuerza Aérea y esperó a que la nave estuviera sobre el mar para evitar que sus restos pudieran causar daños materiales o personales.

La ‘crisis del globo’ ha tenido consecuencias diplomáticas: el aplazamiento -“indefinido”, según Washington- del que iba a ser, en teoría, un paso clave para el deshielo entre Estados Unidos y China: la visita del secretario de Estado, Tony Blinken, a Pekín, que iba a empezar, precisamente, el sábado. De hecho, parece algo sacado de la Guerra Fría entre la URSS y EEUU (cuando, dicho sea de paso, Washington envió desde Europa varias decenas de globos-espía a la Unión Soviética): la cancelación en el último momento de una ‘cumbre’ porque una de las dos potencias hace algo que la otra interpreta como una agresión.

El caso más sonado fue la cancelación por Moscú de la visita del presidente estadounidense Dwight D. Eisenhower a la Unión Soviética prevista para junio de 1958, a raíz del derribo por la URSS de un avión espía U-2 estadounidense que se había adentrado miles de kilómetros en su territorio. Paradojas de la Historia: cuando los soviéticos anunciaron que habían tirado abajo a un avión espía de EEUU, Washington primero negó que ninguna de sus naves hubiera violado el espacio aéreo de la URSS y, después, dijo que era un avión de investigación meteorológica que se había extraviado. Eso es, paso por paso, exactamente lo mismo que dijo Pekín el viernes. Por eso, precisamente, su argumento resulta más fácil de creer.

Otras ‘cumbres’ se salvaron de milagro pese a incidentes similares. El encuentro entre Richard Nixon y Leonid Breznev en mayo de 1972 estuvo a punto de suspenderse primero por la invasión lanzada por Vietnam del Norte -con equipo y asesores soviéticos- contra Vietnam del Sur que a su vez desató una enorme campaña de bombardeos estadounidenses contra el primero de esos países. El 1 de septiembre de 1983, a falta de apenas una semana para que se reunieran el ministro de Exteriores soviético, Andréi Gromiko, y el secretario de Estado estadounidense, George Shultz, la URSS derribó un avión de pasajeros surcoreano que realizaba la ruta Nueva York-Seúl. Murieron sus 269 ocupantes, entre ellos un congresista estadounidense. Pero, de nuevo, la ‘cumbre’ no se suspendió.

UNA ESTRATEGIA MUY CHINA

En algunos casos, esos incidentes fueron pura y simplemente coincidencias. En otros, una manera de ‘probar’ al rival. Eso está especialmente demostrado en el caso de la ‘cumbre’ entre Breznev y Nixon de 1972, en la que ambos trataron que fuera el otro quien cancelara el encuentro. Es, también, una estrategia muy china. En 1971, en su segundo viaje secreto a China, cuando estaba negociando la reapertura de relaciones diplomáticas entre Washington y Pekín, el entonces secretario de Estado, Henry Kissinger, se encontró con una oleada de ataques en la prensa china y un paseo en coche por la capital de ese país en el que pudo ver las fachadas de los edificios cubiertas con consignas antiestadounidenses. En 2011, horas después de que el secretario de Defensa estadounidense, Robert Gates, se hubiera reunido con el entonces presidente chino, Hu Jintao, Pekín presentó al mundo su primer avión ‘invisible’ al radar, el J-20.

Lo cual plantea otra pregunta: ¿por qué China ha hecho esto? Estados Unidos ha reconocido que éste no es el primer incidente. Pero hasta ahora Pekín había actuado con más cautela. Esta vez, parece que lo ha hecho para que se note. El globo, que era tan grande como tres autobuses, permaneció horas sobre la base de Molmstrom, y continuó su periplo por todo EEUU, a la vista de aviones e incluso de personas en tierra. ¿Se trataba de ‘probar’ a Estados Unidos? ¿De lanzar un mensaje a ese país? ¿De ridiculizar a Joe Biden?

La idea de lanzar el globo es aún más extraña porque la relación de poder en el entorno de Xi Jinping parece haber cambiado en los últimos meses en favor de un tono más dialogante. Los wolf warrior -un término que hace referencia a una serie de películas en las que soldados chinos de operaciones especiales derrotan a mercenarios occidentales y que hace referencia a las tácticas más agresivas de la política exterior del gigante asiático- están de capa caída en Pekín.

Zhao Lijian, quien durante los últimos tres años ha sido el rostro más visible de ese grupo, dejó de ser uno de los portavoces del Ministerio de Asuntos Exteriores chino el año pasado para ser trasladado a un puesto sin relevancia pública como subdirector del Departamento de Asuntos Limítrofes y Oceánicos. Su puesto delante de los micrófonos lo ocupa ahora la veterana diplomática Mao Ning, quien sigue una línea punzante cada vez que le preguntan por cuestiones delicadas como Taiwan o la nueva guerra de los chips, pero ha rebajado el tono agresivo al que acostumbraba su predecesor.

Era un cambio significativo. Zhao dijo que se abrió una cuenta en Twitter, red social censurada en su país, para tener “un arma para contrarrestar las narrativas negativas contra China”. Con ella lanzó teorías disparatadas como que habían sido militares de Estados Unidos los que llevaron el Covid a Wuhan. Recurría al insulto de vez en cuando, aunque le gustaba más jugar con la ironía. Se volvió especialmente popular entre la prensa extranjera porque cada dos días salía en rueda de prensa para repartir dosis de propaganda y lanzar envenenados dardos contra Occidente.

El cambio de sillas en la portavocía coincidió además con el nombramiento de un nuevo canciller, Qin Gang, quien iba a ser quien hiciera de anfitrión en el viaje a Pekín de Blinken. Qin es uno de los hombres de confianza de Xi Jinping. En 2021, en medio de la nueva Guerra Fría con Estados Unidos, con las relaciones más tensas que se recordaban entre las dos principales potencias mundiales, el presidente envió a Qin, que había apartado su perfil de wolf warrior por uno más conciliador, a Washington como nuevo embajador.

El nombramiento de Qin como ministro de Exteriores se había interpretado como un esfuerzo para tratar de rebajar las tensiones con EEUU. “Alentaré el diálogo, el entendimiento mutuo y a la afinidad entre los dos pueblos”, escribió el canciller en su cuenta de Twitter. Incluso se despidió de su antiguo anfitrión firmando un artículo en el Washington Post donde no escatimó en elogios al pueblo estadounidense y a los colegas del Congreso con los que interactuó.

De hecho, quien había quedado mal con la llegada de Qin al Ministerio chino de Exteriores es el Gobierno de Biden, que le ignoró olímpicamente y de forma totalmente intencionada durante su año y medio como embajador. Washington, así, perdió una baza para establecer una relación personal con el jefe de la diplomacia china solo para demostrar a Pekín que la política de Biden iba a ser todavía más dura que la de Trump.

LA TENSIÓN CONTINÚA

Pero, pese a ese cambio de tono en Pekín, la tensión ha continuado. “Estados Unidos debería poner fin a su obsesión por contener a China. Los dos países han tenido diferencias y disputas en el pasado, las tienen en el presente y también las tendrán en el futuro, pero esto no debería ser un obstáculo para el desarrollo de nuestra relación bilateral”, rezaba un editorial publicado esta semana en el Diario del Pueblo, el portavoz del Partido Comunista.

Ese mismo día, en rueda de prensa, la portavoz Mao Ning cargó contra los informes que señalaban que Estados Unidos ha dejado de aprobar licencias para que las empresas estadounidenses exporten la mayoría de los artículos a Huawei, a la que EEUU colocó en 2019 en una lista negra comercial que ya restringía a la mayoría de los proveedores el envío de tecnología al gigante chino. Otro diario chino, el Global Times, editado en inglés y que es la herramienta mediática más ruidosa que usa el régimen para lanzar mensajes al exterior, ha señalado estos últimos días que no se esperaba un cambio significativo en las relaciones con EEUU tras la visita de Blinken -ahora cancelada- porque “Washington no cambiará su actitud hostil”.

Lo cual es, probablemente, cierto. Esta semana el secretario de Defensa de EEUU, Lloyd Austin, ha cerrado en Filipinas un acuerdo para que las tropas estadounidenses tengan acceso a cuatro bases militares más en ese país, lo que facilitará una mayor vigilancia de los movimientos de Pekín en el disputado Mar del Sur de China, sobre todo alrededor de Taiwán. Japón está planeando la adquisición de misiles crucero a EEUU. EEUU ha abierto, por primera vez en 70 años, una nueva base en la isla de Guam. Y Washington, por medio sobre todo de los Marines, está estableciendo una especie de arco defensivo desde Japón hasta Australia. El consenso de Washington es que las tensiones con China van a aumentar. Y el incidente del globo-espía no va a hacer nada para mitigarlas.

Agencias

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