A los zurdos les ha tocado nadar contra marea y, sin embargo, a pesar de las dificultades, su presencia no disminuye con el paso de las generaciones, ¿cuál es el secreto?
NotMid 16/04/2022
Ciencia y Tecnología
¿Diestro o zurdo? Según las estadísticas una de cada 10 personas se considera zurda. Los zurdos son minoría, sí, pero lo sorprendente es que esa minoría se ha mantenido relativamente estable durante la historia de la humanidad, sin que su prevalencia haya aumentado o disminuido de forma significativa en ningún momento.
Para adentrarnos en ese misterio, empecemos por lo más básico: ¿quiénes son zurdos? Si nos piden una definición probablemente digamos que son aquellos que escriben con la mano izquierda. Sin más. Pero la dominancia lateral es un concepto mucho más amplio.
Retomemos la pregunta de la imagen de apertura, un ejemplo de ilusión óptica propuesto por la neuropediatra María José Mas (zurda, para más señas) para describir este fenómeno. ¿De qué color son las flechas? No nos costará diferenciar las dos opciones, pero si las primeras que hemos visto han sido las amarillas, significa que tendemos a dirigir nuestra atención hacia el lado izquierdo del campo visual, algo propio de los diestros.
Cuestión diferente es cuál es nuestro ojo dominante: lo habitual es que se trate del derecho en los diestros y del izquierdo en los zurdos, pero esto no tiene por qué ser siempre así. Puedes hacer la prueba fácilmente: localiza un objeto lejano y fija la vista en él. Extiende un brazo y ‘tapa’ el objeto con un dedo. A continuación guiña primero un ojo y después otro: ¿con cuál de los dos el dedo sigue tapando el objeto? Ése es el dominante.
Esa dominancia también se establece en las manos, las piernas, los pies… La lateralidad se manifiesta en todo nuestro cuerpo, pero no siempre lo hace de forma homogénea. En sentido estricto es posible que, de hecho, no seamos tan diestros como creemos.https://www.elmundo.es/elmundo/2022/graficos/abr/s2/tdominancia/test.html
¿Qué significa que nuestra lateralidad no sea tan homogénea como creíamos? María José Mas recalca que no es ningún problema, mucho menos una patología: “Hay gente que no está tan bien lateralizada, que hace algunas cosas con la derecha y otras con la izquierda, y a lo mejor tareas de pie y de mano están cruzadas. Y es lo que se llama lateralidad cruzada“. Cita el ejemplo del antiguo portero de la Selección y del Real Madrid Iker Casillas, que prefería chutar con un pie y en cambio hacía las paradas con la mano contraria.
La lateralidad no homogénea se ejemplifica mejor en otro famoso deportista: Rafa Nadal. El tenista escribe y come con la mano derecha, incluso se muestra como diestro en otros deportes como el fútbol o el golf, sin embargo cuando juega al tenis es zurdo. De pequeño demostró habilidad con ambas manos y su tío y entonces entrenador lo llevó a escoger la zurda.
Este último ejemplo nos demuestra también que nuestra preferencia (homogénea o no) viene marcada desde que nacemos… o incluso antes.
La predisposición genética es innegable, pero de la misma forma no podemos negar que vivimos en mundo diseñado por y para diestros. Los pupitres, las tijeras o las libretas de espiral son solo algunos de los objetos que pueden complicarle la vida a un zurdo, pero los objetos más modernos tampoco los han tenido demasiado en cuenta. Un buen ejemplo es el teclado numérico: está situado a la derecha, de forma que si nuestra mano dominante es la izquierda y pretendemos utilizarlo tendremos que cruzar todo el teclado para conseguirlo.
Y lo mismo sucede con las pantallas táctiles o incluso con los móviles, donde los botones suelen aparecer en el lado derecho de la pantalla, algo útil si utilizamos el pulgar derecho para navegar por el teléfono. Por suerte, la tecnología es más sencilla de actualizar y normalmente los dispositivos ofrecen alguna opción de configuración para adaptar el diseño a cualquier dominancia manual.
Esa dificultad cotidiana explica algunas estadísticas asociadas a los zurdos, como una mayor prevalencia de accidentes. Todos podemos comprender la dificultad añadida de conducir por el lado contrario como sucede en algunos países, y en cierto modo a los zurdos les sucede algo similar con objetos que a los diestros les resultan más sencillos.
También existen estadísticas que indican una menor esperanza de vida entre los zurdos, si bien son datos que hay que entrecomillar porque hasta hace relativamente poco a los zurdos se les forzaba a utilizar la mano derecha, por lo que es natural que en generaciones más mayores su número ‘disminuya’ virtualmente, ya que muchos de ellos a estas alturas se declararían diestros.
Existe otra desventaja asociada a los zurdos y está relacionada con el aprendizaje y la maduración. “Por alguna razón que no está clara, entre las personas con dificultades en el neurodesarrollo, como el autismo, el TDAH o la discapacidad cognitiva, hay más zurdos”, explica la neuropediatra María José Mas. “Probablemente en este caso sea una expresión de que la estructura cerebral está modificada, es distinta”. Es decir, no es tanto que el hecho de ser zurdo implique un problema de neurodesarrollo, como que la misma diferencia que explica que exista ese rasgo puede provocar ese trastorno.
Todas estas desventajas podrían implicar que, en términos evolutivos, los zurdos tendieran a desaparecer, que su prevalencia disminuyese con el tiempo. Pero no es así. Como indicábamos al principio la proporción de población zurda se mantiene extraordinariamente estable a lo largo del tiempo. Y algunos expertos apuntan a una pulsión entre ventajas y desventajas. No hay más que ver las estadísticas deportivas para comprobar cuándo es más conveniente contar con un zurdo y cuándo parece más cómodo optar por un diestro.
Con ventajas o sin ellas, ser zurdo es una característica más que en ningún caso implica una patología ni tampoco una mayor creatividad o una menor inteligencia (ambos mitos repetidos de forma habitual). Lo que sí es cierto es que, de verse forzados a realizar tareas con la mano opuesta, los zurdos suelen ser mejores diestros que los diestros zurdos.
ElMundo