La correlación es lógica: si no tuvo reparos en practicar la represalia, seguramente tampoco los tuvo para el lucro
NotMid 18/0772025
OPINIÓN
RAFA LATORRE
Cuando vio aparecer en su pantalla el nombre de Cristóbal Montoro como sujeto de un titular sensacional, un escalofrío recorrió el espinazo del contribuyente. Al ciudadano con una mínima sensibilidad liberal le embargaría otra sensación, más desagradable. Como un reflujo gástrico.
Las noticias traen consigo la reminiscencia de un estilo. Si Montoro convirtió la amenaza fiscal, apenas velada, en un atributo de su marca personal, ¿qué escrúpulo le impediría utilizar su poder discrecional para obtener un beneficio? Es natural que esta reflexión acompañe al pliego de indicios que los investigadores han reunido durante años de discretísimo trabajo. Es un hecho que Montoro experimentó desde su Ministerio con el potencial coercitivo de la Agencia Tributaria, es todavía una presunción que también testara su potencial lucrativo. Pero la correlación es lógica: si no tuvo reparos en practicar la represalia, seguramente tampoco los tuvo para el lucro.
Las investigaciones sobre corrupción siempre resultan civilmente desalentadoras. No suele apreciarse tanto el tesón de los cuerpos del Estado como la putrefacción de la política. Sin embargo, en este tiempo aciago de los manifiestos contra el golpismo mediático, el regreso de Montoro a la primera plana de actualidad trae consigo un recordatorio esperanzador. Igual que usted, dilecto lector, tuvo noticia por la portada de su periódico, EL MUNDO, de las anotaciones contables de Luis Bárcenas, la primera vez que la agencia Equipo Económico se presentó ante la opinión pública fue en un diario tildado de conservador, como es Abc.
Hay una tensión moral distinta en los medios de una y otra ideología. Quizás sea porque una parte del espectro concibe la idea de que no gobierne «el otro» como una suerte de salvación humana. Esta es la verdadera polarización y no la expresión de la discrepancia que durante este mandato ha desatado sofocos de escándalo y llamamientos a la autocensura.
Es normal que la ideología condicione el trazo de la línea editorial de un medio de comunicación. Lo que resulta perverso es que la ideología se someta al partidismo. Montoro pertenecía a un partido que dice enorgullecerse de su filiación liberal, cuando si algo distinguiría a un partido verdaderamente liberal es que jamás aceptaría a alguien como Montoro en su Consejo de Ministros.