Sánchez depende tanto del partido de la ETA y los golpistas catalanes como estos de su supervivencia en Moncloa
NotMid 19/05/2025
OPINIÓN
FEDERICO JIMÉNEZ LOSANTOS
Rufián, ese cerdito con nostalgia de jabalí, que anunció al llegar a las Cortes que sólo estaría en la cochiquera tres meses, hasta la proclamación de la República Catalana, y ahora, antes se hará del Real Madrid que volver a Santa Coloma, Santako en el catalán quinqui de estos tiempos lerdos, se lo dijo a Sánchez en su estilo de chuleta mendicante: «¿Qué más tiene que hacer la derecha para que actúe el Gobierno?». O sea: «¿Cuándo va a prohibirla?». Bolaños pudo contestar: ¿No ves que estoy en ello? ¿Qué te crees que es eso de entregar a nuestros fiscales la instrucción de nuestros casos y los tuyos? Pero el archiministro de los Sanchuescu bastante tiene con seguir los vuelos de Yolanda La Desvanecida, que cualquier día se larga a Brasil, sin extradición, o larga fiesta a lo Ábalos, como para dar un golpe duro al «golpe blando contra un Gobierno progresista» de Rufián.
Y, sin embargo, el anuncio vintage de Netol, el que «saca brillo a sus muebles», tiene razón. O dan pronto ellos el «golpe blando» que, siguiendo el clásico guion totalitario, achacan a los que quieren convertir en víctimas, o cualquier día se los lleva por delante la corrupción presidencial. Sánchez depende tanto del partido de la ETA y los golpistas catalanes como estos de su supervivencia en la Moncloa. Pumpido tiene a punto la Ley de Amnistía, que eso sí que es un golpe blando, con consecuencias durísimas para el Estado y la nación, pero se frena ante el nuevo actor en esta empresa de demoliciones, el tío de todas las sobrinas, el amor viril y la pasión política de quien gustoso sería Primo Sánchez de Rivera para no morir en Bucarest. Pero si Pumpido salva a Puigdemont, le sobra Sánchez. Y encima, Ábalos.
Lo que el rufiancillo de ajonjolí enumera como «capitalistas, fiscales, jueces, medios y partidos de oposición», empeñados en el golpe blando, es la alineación del equipo golpista habitual desde hace siete años. Lo que no quiere entender este bebote de la republiqueta de los irresponsables, es que destruir desde dentro un régimen democrático de la UE no es tan fácil como dejar inscribir ilegalmente, con dinero pintado y normas reversibles, a un club para que, años después, gane alguna Liga. Laporta ya entró en política, y posó en la Gran Vía con una actriz porno desnuda. Pero acabó en el Cáucaso, como Puigdemont en Waterloo, símbolo de todas las derrotas. No, no todo es tan fácil.