NotMid 11/07/2023
OPINIÓN
ARCADI ESPADA
No se trataba de cualquier debate. Era un duelo. Un cara a cara en la noche. Y él era Liberty Valance y Feijóo lo mató. Todo el mundo sabe quién fue Liberty Valance y la cara brutal que le puso Lee Marvin. John Ford explicó su historia en el western más grande, su última película en blanco y negro, filmada cuando tenía 67 años. Valance (insólitamente se llama Liberty el arquetipo de la tiranía) es el mal, y si el mal existe para los hombres de este siglo es porque él existió. Cualquiera recordará la principal hazaña de este mercenario sin convicciones, que fue la de golpear a Ransom Stoddard (James Stewart) con el puño y con el látigo, arrebatarle su Código Penal y romperlo mientras le decía: “¿Abogado, eh? Yo te enseñaré la ley, ¡la ley del Oeste!”.
En estos años, la oposición y una parte del periodismo han caracterizado al presidente Pedro Sánchez con los atributos innobles y hasta psicopáticos de un Liberty Valance. Ha sido un mal gobernante. Ha cometido errores cognitivos y morales como ningún otro presidente en estos 46 años. Y es verdad que su manera de llegar al poder -gracias a la sanguinolenta morcilla en la que el juez De Prada embutió la sentencia de Gürtel- recuerda demasiado lo que Valance hizo con el libro de leyes del pobre Stoddard. Pero ahora no importa si su caracterización como Valance es o no justa. Así ha sido y este es el pistolero que diseñó Feijóo. De modo que para él no había opción alguna: Valance tenía que morir. Su supervivencia traería una infinidad de problemas. El más obvio, la supervivencia del mal. Y su factor asociado: que Feijóo pasara por un mal tirador. Pero quizá, para la oposición, el peor resultado del debate habrían sido las dudas sobre si el presidente es el canalla que pintaron. Si verdaderamente fuera Valance, insisto en que Ford lo dejó claro desde el título: debía morir.
Y Feijóo lo hizo. Muchos lo veían -yo mismo, que veo mal- como un pusilánime Stoddard, fiado a que el peso de la ley, del orden y los hechos acabarían por sí mismos con el pistolero. Algunos lo imaginaban, incluso, al final del debate, recogiendo los restos de comida, después de que Valance le hubiera puesto la pierna para hacerle caer humillado. Pero Feijóo sin dejar de ser Stoddard fue también Tom Doniphon. Y disparó. Siempre hay que esperar a las urnas, que ya son las únicas parteras de la Historia. Pero del debate no surgen dudas ontológicas: Sánchez era Valance -aunque algo más pueril- y su destino final lo afirma.
Naturalmente, esta es la verdad -faltaría, yo firmándola- del duelo que enfrentó este lunes a estos dos hombres. Pero como en los tiempos de Valance, aquí también rige el salvaje Oeste y cada uno puede imprimir su leyenda.