La política proteccionista de Joe Biden busca explotar la debilidad de Pekín pero pone en una encrucijada a su tradicional aliado atlántico

NotMid 11/12/2022

EDITORIAL

Europa es la víctima colateral de la nueva Guerra Fría que disputan Estados Unidos y la República Popular China, y que la Administración del presidente Biden declaró formalmente en su documento Estrategia Nacional de Seguridad, publicado en octubre pasado. Rusia es el enemigo inmediato, pero China es la verdadera amenaza, decía aquel informe oficial, y la consecuencia es la política estrictamente proteccionista y sorprendentemente punitiva que el Gobierno de Washington ha impuesto al sector de los microprocesadores. Europa, atrapada entre su dependencia comercial y su lealtad liberal y atlantista -renovada en la Guerra de Ucrania-, se ha visto obligada a pelear para que las medidas de Estados Unidos no estrangulen su economía. El reciente viaje de Emmanuel Macron a Washington ha expresado la frustración de la UE ante el rumbo que ha tomado el presidente Biden. Su capacidad de cambiar esa política es muy incierta.

¿Por qué es importante el caso de los microprocesadores? Porque su disponibilidad como materia prima digital es el punto débil en la apuesta de China por modernizar su sector productivo. Washington ha interpretado el momento de su rival asiático: ha considerado que el descontento popular por la gestión del coronavirus, la llegada al entorno del presidente XiJinping de una nueva generación de líderes más políticos y nacionalistas que pragmáticos, y el agotamiento del ciclo de crecimiento económico de los últimos años hacen que Pekín se tambalee por primera vez en décadas. Dispuesto a explotar esa fragilidad, Biden ha prohibido la exportación a China de microprocesadores, componentes derivados de los mismos y patentes, y ha renovado el veto del mercado estadounidense a las grandes compañías tecnológicas: ZTE, Huawei, etcétera. El discurso proteccionista y nacionalista que Donald Trump anunció escandalosamente en Twitter durante sus años de gobierno se ha convertido en realidad en el mandato de Biden por la vía de los decretos administrativos. Su nueva política es tan extrema que prevé retirar la ciudadanía a los connacionales que trabajen en empresas que rompan el bloqueo.

Esta política proteccionista estadounidense perjudica a la Unión Europea. Primero, porque Washington presiona a los fabricantes europeos de microprocesadores para que secunden su veto.El Gobierno de los Países Bajos, el país más relevante en el mercado del chip, ha advertido a sus fabricantes de que las condiciones del mercado se van a endurecer en los próximos meses. Y segundo, porque la Administración Biden apoyará a sus fabricantes con transferencias directas que la UE considera ilegítimas y contrarias a la libre competencia.

Europa aparece en medio de intereses contradictorios: la ofensiva económica estadounidense va en contra de sus intereses, pero un acercamiento a China es inverosímil, dada la incompatibilidad en asuntos como los derechos humanos o la política medioambiental. La tensa visita del canciller Olaf Scholz a China en noviembre prueba que esa vía es aún más problemática.

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