La UCO hizo una descripción de la ansiosa implicación en esta operación del fiscal general
NotMid 13/11/2025
OPINIÓN
RAFA LATORRE
La ley deja un margen benévolo para que un acusado se defienda como mejor pueda en un juicio, incluso con la mentira. Así que Álvaro García Ortiz tiene perfecto derecho a no responder a las acusaciones. Lo que ocurre es que Álvaro García Ortiz tomó dos decisiones previas. La primera fue no dimitir en cuanto recibió el auto de procesamiento y la segunda, arrastrar su toga hasta la sala y sentarse en lugar preeminente. Quería proclamar que no es una persona a quien se está juzgando, sino a la institución del fiscal general del Estado.
Bien, es preciso decir, por tanto, que el fiscal general del Estado ha pretendido deslegitimar el papel de las acusaciones en este proceso y que, desde su posición jerárquica, señaló a una subordinada y atribuyó su testimonio al resentimiento y la envidia. Lo primero es otra extravagancia de quien debe ejercer la acusación pública en defensa de la legalidad. Y lo segundo muestra el cinismo infinito de quien trata de justificar su anómala implicación en una operación política por la necesidad de defender la reputación de la Fiscalía. Al prestigio mediante la insidia, per aspera ad [L]astra.
García Ortiz no renunció a la política en su declaración y dejó una de esas sonoras sandeces con las que se engolan los politicastros, que ya se sabe que la cursilería es el disfraz de lo siniestro. ¿Así que «la verdad no se filtra, la verdad se defiende»? No quiso convencernos de esta poética avería García Ortiz cuando adujo que si había hecho desaparecer su móvil fue para evitar que se filtrasen las verdades no relacionadas con el caso que allí se contenían.
Aprecien o no los jueces la prueba indiciaria que sirva para condenarlo, lo que es indudable es que García Ortiz consideró que el caso de Alberto González Amador debía recibir un tratamiento excepcional. Todo un fiscal general del Estado no se arremanga para cocinar con sus propias manos cualquier nota de prensa. De hecho es probable que esta sea la única vez en la que Álvaro ejerció de severo redactor jefe de su equipo de comunicación.
La UCO hizo una descripción de la ansiosa implicación en esta operación del fiscal general, que no era para desmentir un bulo, como quedó acreditado por el testimonio de Esteban Urreztieta, sino para imponer un relato. Fue en esa batalla donde a García Ortiz se le fue la mano con la artillería y divulgó verdades que estaba obligado a custodiar. Prueba de ello es el mensaje que envió a su segunda, Pilar Rodríguez, a la 22:43 de la noche de autos, cuando esta trataba de conseguir un documento confidencial: «Lo necesitamos para cerrar el círculo»
