El Gobierno endurece la OPA del BBVA al Banco Sabadell tras meses de una atmósfera intimidatoria sobre los accionistas
NotMid 25/06/2025
EDITORIAL
El dictamen del Gobierno sobre la OPA del BBVA al Banco Sabadell da luz verde a esta operación, pero a cambio de imponer unas condiciones que suponen una intervención arbitraria en el libre mercado. Las exigencias planteadas por el Ejecutivo suponen un obstáculo más para su culminación y un cambio de interpretación del espíritu de la Ley de Competencia, que hasta ahora siempre había amparado suavizar, y no endurecer, una operación corporativa privada. Estamos, por tanto, ante una intervención partidista que solo puede considerarse una anomalía.
Máxime teniendo en cuenta que la Comisión Europea ya advirtió con rotundidad de que no veía «ninguna razón» que justificara el bloqueo de una integración que ha recibido el visto bueno -con condiciones- de todos los organismos competentes. El BCE y el Banco de España determinaron su aptitud en términos de solvencia y la CNMC consideró que era compatible con la competencia si el BBVA atendía a una serie de salvaguardas. La decisión del Consejo de Ministros llega después de 13 meses en los que el Ejecutivo ha creado una atmósfera de intimidación a los accionistas, que son quienes deben tener la última palabra, una vez atendidos los requisitos de solvencia y competencia.
Bruselas reiteró ayer el serio aviso formulado hace un mes, cuando dejó claro que no admitirá acciones «discrecionales» del Gobierno para frenar la OPA. Este pronunciamiento llegó después de que el Ministerio de Economía abriera una atrabiliaria consulta pública para recoger opiniones sobre la operación, una iniciativa de cariz populista e insólita. Da la impresión de que Pedro Sánchez ha buscado ahora una fórmula para evitar la OPA, que es lo que le exigen sus socios independentistas y el poder económico catalán, sin desairar a las autoridades comunitarias, cuya hoja de ruta exhorta a los grandes bancos a seguir ganando tamaño. Una intervención sectaria de este calibre va en dirección contraria a la consecución de una unión bancaria que dote a las economías del euro de un mercado más líquido y competitivo frente a Estados Unidos y China.
Las condiciones del Gobierno contemplan que BBVA y Sabadell no se fusionen en tres años, prorrogables a dos más, obligando así a mantener durante ese tiempo la personalidad jurídica y el patrimonio separados, así como la autonomía en la gestión de su actividad. No podrán llevarse a cabo despidos ni «procesos» que supongan una reducción de plantillas vinculados a la integración, lo cual supone una merma en las sinergias que le pueden dar sentido.
Ahora corresponde a la entidad que preside Carlos Torres analizar los nuevos requisitos, y la posible venta por parte de Banco Sabadell de su filial británica TSB, para determinar si sigue o no adelante con la operación. Este diario no se pronuncia en favor de ninguna opción. El BBVA y el Sabadell son bancos muy bien gestionados, como dan fe sus resultados de los últimos años y su revalorización en Bolsa. Deben ser sus accionistas, y no las urgencias domésticas del presidente Sánchez, los que inclinen la balanza.