Las mujeres con cargos políticos o trabajos de representación deben dedicar tiempo y esfuerzo en salir de casa vestidas, maquilladas y en perfecto estado de revista para las fotos

NotMid 21/01/2023

OPINIÓN

LUCÍA MENDEZ

Con perdón, todas somos Jacinda. Ardern, primera ministra de Nueva Zelanda, que se retira voluntariamente de la política. Ha explicado a su país y al mundo la decisión de una forma poco épica, directa, sin grandilocuencias ni frases para la Historia. «Ya no me queda energía». Qué bien entiendo esa sensación de pila descargada, de tardar más minutos de los debidos en poner la mente a trabajar, de hacer un esfuerzo por conectar la marcha porque la vida de ahora es así. Un no poder parar ni pensar, un estímulo cada segundo que no tienes tiempo de digerir, una novedad que sustituye a la novedad de hace tres segundos.

Qué mal repartido está el mundo, decía mi madre. A la primera ministra de Nueva Zelanda le falta la energía y al primer ministro de España le sobra. Pedro Sánchez tiene energía para gastar y repartir. Sea en Davos, en Coslada, en Barcelona o en Fitur, el presidente del Gobierno aparece impecable, elegante, sin rastro de cansancio en el rostro. Es que ni una maldita ojera. A cuerpo casi gentil se presentó en Davos bajo la nevada. La energía de Sánchez puede llegar a desesperar a sus odiadores y a tumbar incluso a sus adversarios.

Ardern y Sánchez son guapos, jóvenes de aspecto, modernos y fotogénicos. Pero la primera ministra tiene que gastar energía en algunas cosas que un hombre puede obviar porque no las necesita. Las mujeres con cargos políticos o trabajos de representación deben dedicar tiempo y esfuerzo en salir de casa vestidas, maquilladas y en perfecto estado de revista para las fotos. No hablo ya de la Reina, que sólo por eso debería tener una asignación aparte.

Me imagino siempre ese momento de abrir el ojo después de una noche toledana con el niño sin dormir, o con el dolor de cabeza de volverse loca, y querer darlo todo por quedarse en la cama sin ducharse, ni pintarse, ni vestirse. Sólo descansando de la noche. Sin energía, sin tener que cargar las pilas que están hechas unos zorros.

Además, está feo hacerse la víctima. ¿Cansada? Pues arreando, que más lástima dan otras cosas. Abre el armario, ponte el traje, los tacones, el corrector de ojeras, el lapiz de labios y a cumplir con tu papel. Que además debe ser un papel perfecto para que no te llamen ni histérica, ni blanda, ni inútil, ni Teresa de Calcuta, ni Cruella de Vil. Jacinda ahora podrá hacerle un corte de mangas al armario, al espejo y al corrector de ojeras para echarse otro ratito. Qué suerte.

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