Grandes compañías como Sabadell o LaCaixa, que con el 1-O cambiaron su sede social, se resisten a volver a Cataluña
NotMid 05/10/2023
EDITORIAL
Los grandes grupos que tras el caos político y jurídico que desató el 1-O cambiaron su domicilio social y se fueron de Cataluña en busca de estabilidad siguen percibiendo la inseguridad que se expandió entonces. Tal es así que, como informamos hoy, ni el Banco Sabadell -la primera gran entidad que se trasladó, en su caso a Baleares- ni LaCaixa -a Valencia- ni otras firmas como Naturgy o Abertis se plantean regresar. El argumento es comprensible y sensato: la normalidad que necesitan para que sus sectores se desarrollen con plenas garantías no se ha conseguido en estos años. Al contrario, aquella actuación está a punto de ser convalidada con la connivencia, en esta ocasión, del Gobierno.
La posible concesión de la amnistía, el hipotético regreso de Carles Puigdemont y la renuncia del independentismo a abandonar la vía unilateral -evidenciada en la moción sobre el referéndum que aprobaron la pasada semana ERC y Junts en el Parlament- han reactivado el procés, originando de nuevo el clima de incertidumbre y de pesadilla legal que espanta a empresarios e inversores, que huyen de aquellos lugares donde se erosiona constantemente la seguridad jurídica. La economía, como principal motor de un país, es extraordinariamente sensible a los ataques al Estado de Derecho, sobre todo el sector financiero.
En 2017, los líderes independentistas, con Oriol Junqueras y Puigdemont al frente, insistieron en que la fuga de empresas era un bulo expandido por el Gobierno de Rajoy. Con la aprobación de las leyes de desconexión en septiembre, esa fuga comenzó; desde el 1-o, más de 5.000 compañías modificaron su domicilio social. Fue la irresponsabilidad de Puigdemont y de sus socios antisistema, que colocaron a Cataluña al borde de abismo, la que desencadenó la marcha de entidades como Sabadell o LaCaixa. Decisiones muy dolorosas para estas compañías, dados sus fortísimos vínculos con Cataluña. Pero se vieron obligadas no por hipotéticos escenarios, sino por lo que ya estaba ocurriendo: se produjeron incipientes retiradas de depósitos (LaCaixa cuantificó 7.000 millones en apenas unos días), la perspectiva de los bancos de quedar fuera del paraguas jurídico del Banco Central Europeo fue real y la reputación de la marca Cataluña en el resto de España y de la Unión Europea se resquebrajó.
El potencial regreso de Puigdemont retrotrae a aquella situación, pues supondría la legitimación de quien subvirtió el orden constitucional y declaró la república. Aunque durase ocho segundos, su impacto en la economía catalana fue grave. La pérdida de influencia en detrimento de otras comunidades como Madrid sólo ha ido en aumento; la industria también se resintió, perdió competitividad y sufrió como nunca la deslocalización. Solo el cumplimiento de las leyes, y no su quebrantamiento ni su suspensión, genera la estabilidad necesaria para que la economía prospere.