El presidente de EEUU no solo ha bombardeado Irán; también ha hecho añicos su propio mito entre los fieles de MAGA
NotMid 25/06/2025
OPINIÓN
RAFA LATORRE
Quizás se haya olvidado ya, pero en el origen de todo está Irán. Resulta del todo increíble que una operación de exterminio como la del 7 de octubre fuera un alarde de autonomía de Hamas respecto a su patrocinador. Antes de aquella matanza, el futuro de Oriente Próximo era prometedor, al menos levemente esperanzador. El reconocimiento de Israel por parte de Arabia Saudí podría haber cambiado para siempre la historia. En cuanto a la política doméstica de Israel, Netanyahu era un líder cercado judicialmente, cuyas reformas iliberales del Estado de derecho se habían topado con una contestación callejera de un vigor civil que ya quisieran para sí otras naciones democráticas.
Irán conjuró con un baño de sangre el peligro cierto de aislamiento estratégico. Con ello, consiguió que la conciencia del Holocausto dejara de ser un patrimonio de viejecitos para convertirse, de nuevo, en la conciencia colectiva de una nación. El resto es conocido, porque es el trágico presente, no hace falta acudir a la memoria.
Puede que fuera la anexión de Crimea y, sobre todo, la pávida reacción occidental lo que inauguró la nueva era de un mundo sin reglas. Fue el 7 de octubre el que aceleró el tiempo histórico hasta el caos actual. Ignorar el papel central de Irán para hacer equilibrismo moral sería una injusticia, también con la fanática voluntad de trascendencia de los ayatolás.
Al ataque de EEUU e Israel al programa nuclear iraní se le pueden oponer todo tipo de consideraciones operativas, claro. Lo que resulta muy cínico es invocar hoy la necesidad de la diplomacia. El camino de la diplomacia era el que transitaban los Acuerdos de Abraham. Irán prefirió tomar otra ruta: la que conducía a los kibutzim de Kfar Aza, Beeri o Nir Oz.
La operación supone, además, la primera traición ideológica de Donald Trump. El gran aislacionista, látigo de los belicistas neocons, que en la campaña había asustado a las ancianitas del Midwest con una guerra en seis meses si elegían a Kamala Harris, ya ha asumido para EEUU el rol de gendarme mundial del que abjuró. La quiebra afectiva de la parte ideologizada del trumpismo, aquellos que han leído a Pat Buchanan, ha sido inmediata. Cuenta The New York Times que Trump se enfureció cuando oyó la opinión de Tucker Carlson sobre su operación. Steve Bannon ya le había advertido de la decepción que desataría su rapto belicista en todos aquellos nacionalistas que vieron en él al que traería «la paz en nuestro en tiempo». Trump no solo ha bombardeado a Irán; también ha hecho añicos su propio mito entre los fieles de MAGA.