La Moncloa es la meca de la plutocracia verde, ultrajetas y ultramillonarios a la sombra de Teresa Ribera, aquí, antinuclear; en Francia, atómica
NotMid 09/05/2025
OPINIÓN
FEDERICO JIMÉNEZ LOSANTOS
El siniestro farsante monclovita, cada vez más desvergonzado, más torvo, más indiferente al dolor y a la muerte que, como buitre, no pueda aprovechar, ha recurrido al clásico argumentario comunista: la lucha contra «los ultrarricos», que pagarían al PP y a Vox por pedir algo tan atroz como mantener las nucleares, siquiera para evitar que tanta renovable nos lleve al apagón semanal. Y el menos renovable y más inamovible de los políticos aplaude el comportamiento de la gente en el apagón y siempre. Siempre, no. Recordamos los asaltos y saqueos de Valencia, porque él se negó a sacar al Ejército a la calle como manda la ley, que es algo que molesta a sus socios comunistas y separatistas. Y recordamos a ultrarricos como Juan Roig, que ayudaron desde el primer día a las víctimas de la dana y de Sánchez. Hay ultrarricos y ultrarricos, lobbies y lobbies. Los de Sánchez, buenos; los demás, malos; qué digo malos, malísimos, criminales, asesinos.
La animadversión a los ricos del yerno del pobre Sabiniano se notó en su primer invitado a la Moncloa, un tal Soros. Pobre de pedir. Amplió horizontes con otro lampante, Bill Gates, compinche de Soros en la mayor estafa de la historia, la del cambio climático y la Agenda 2030. La Moncloa es la meca de la plutocracia verde, ultrajetas y ultramillonarios a la sombra de Teresa Ribera, aquí, antinuclear; en Francia, atómica.
Conviene recordar la estafa verde más obscena, la de Aragón, donde Forestalia, a la sombra del PSOE, obtuvo mil permisos para destrozar montes, pájaros y cosechas, pitufeando en 49,9 megavatios la potencia de sus molinos, porque a los 50 intervenía el Estado. Daba igual. Contra todas las denuncias, el Ministerio de Corrupción Energética amparó la ruina del paisaje y el turismo. Sólo hubo un problema al socaire de la rebatiña: los Sumelzo, familia político-empresarial cuya gran figura es Susana, íntima de Sánchez, disputaron con Forestalia, huerto de Lambán. Hasta que algún día la UCO nos diga cómo se alcanzó un acuerdo: molinos para Forestalia y placas para Sumelzo. Por otra parte, como ayer recordaba Leyre Iglesias, las empresas de las nucleares son las mismas de las renovables, forzadas a invertir en ellas por presión fiscal. Unos invierten; otros saquean.
Nace una nueva clase social, la de los sanchamantecas; ultrarricos buenos, cuya pasta, recién salida del horno del poder político, huele que alimenta.