NotMid 21/04/2024

EDITORIAL

Más de 1,7 millones de personas están llamadas a votar mañana en las elecciones vascas tras una campaña marcada por una anomalía clave: la sensación de que la política vasca pretende desempeñarse como si ETA no hubiera existido. Con un debate centrado en la gestión, sólo las declaraciones de Pello Otxandiano el pasado lunes, negándose a calificar a ETA de terrorista y definiéndola como «grupo armado», hicieron variar los mensajes. Sin embargo, sus palabras solo han dejado al descubierto al elefante en la habitación. Si la formación liderada por el ex miembro de ETA Arnaldo Otegi, que presenta a condenados por terrorismo en sus listas, que llama a los asesinos «presos políticos» y que es incapaz de condenar los ataques a la tumba de Fernando Buesa, puede ganar mañana, es porque el PSOE y también el PNV la han legitimado con precipitación y por pura conveniencia.

La información que publicamos hoy termina de echar abajo -por si hiciera falta- el rediseño con el que EH Bildu se presenta como una formación moderna y blanca, centrada en los problemas sociales y con un candidato a lehendakari estudiadamente anodino. La realidad es que Otxandiano se limita a ocultar la defensa del proyecto totalitario de ETA que une a los miembros de Sortu. En 2015 el hoy candidato bailó un aurresku de honor en homenaje a la terrorista Lucía Urigoitia por el que cuatro personas fueron condenadas por enaltecimiento del terrorismo. En el acto público celebrado en la localidad natal de Otxandiano -donde fue concejal-, la miembro del comando Donosti, fallecida en 1987 en un tiroteo con la Guardia Civil, fue ensalzada como «gudari» y como «víctima del terrorismo de Estado». Una «camarada caída» que luchó por «la libertad de Euskal Herria». La placa conmemorativa decía: «Tu lucha sigue viva en nosotros». Esa es la naturaleza de EH Bildu: no la condena sino la reivindicación de ETA. Y ese el hombre que quiere ser lehendakari.

Que el PSOE se haya llevado las manos a la cabeza por las palabras de Otxandiano revela un cinismo insoportable. Sus pactos continúan incólumes. La semilla del problema es que la coalición de Otegi -de cuya presunta participación en dos asesinatos hemos publicado indicios- es imprescindible para que Pedro Sánchez siga en La Moncloa. En este contexto, resulta difícil de entender que, aunque sea por no favorecer al PNV, el PP se haya mostrado temeroso de poner en primer plano el terror de ETA, en contra de su propia trayectoria.

Habrá que esperar para conocer el impacto real del giro que ha dado la campaña esta semana. Si se cumplen los vaticinios, las dos fuerzas nacionalistas obtendrán tres de cada cuatro escaños, por lo que no es descartable que PNV y Bildu puedan embarcarse en un proceso rupturista que amenazaría gravemente la convivencia en el País Vasco y en el conjunto de España.

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