La propia hija del líder supremo, Xi Mingze, estuvo matriculada en la Universidad de Harvard en 2010
NotMid 30/05/2025
ASIA
A los chinos que estudian en el extranjero y que regresan a su país se los conoce como haigui, que significa literalmente “volver a casa desde el extranjero”. Aunque la misma palabra tiene un homófono al que se suele hacer más referencia en tono jocoso: “Tortugas marinas”. Muchas de estas “tortugas” son hijas de peces gordos del gobernante Partido Comunista Chino (PCCh), quienes durante años han enviado a sus vástagos a estudiar a las mejores universidades de Occidente, sobre todo en Estados Unidos.
La propia hija del líder supremo, Xi Mingze (32 años), estuvo matriculada en la Universidad de Harvard en 2010. Es la única descendiente conocida del matrimonio del presidente Xi Jinping con su segunda mujer, Peng Liyuan, una famosa cantante que dejó los escenarios y los platós de televisión para convertirse en primera dama.
Es tal el cerrojo informativo que hay en China sobre la vida privada de los líderes políticos y sus familias, que la gran mayoría de los ciudadanos desconoce que Xi Jinping tiene una hija, y mucho menos que ha estudiado en EEUU. Los medios estadounidenses sí que llegaron a publicar alguna anécdota de la etapa de Xi Mingze en Harvard, como que mantenía un perfil muy discreto y que utilizaba un nombre falso. Pero apenas hay información y fotos de ella.
La semana pasada, el foco se puso sobre las conexiones de China con las universidades estadounidenses cuando el Gobierno de Donald Trump revocó la autorización de Harvard para matricular a estudiantes internacionales, con el Departamento de Seguridad Nacional justificando que esta decisión se debía, entre otras razones, a supuestos vínculos de la universidad con el PCCh.
Después de que la universidad demandara a la administración Trump, un juez federal paralizó temporalmente la prohibición. Pero hace unos días, en otro intento para restringir la entrada de estudiantes internacionales, el secretario de Estado, Marco Rubio, ordenó a las embajadas y consulados estadounidenses en todo el mundo que dejaran de programar entrevistas para visas de estudiantes.
El miércoles, Rubio apuntó directamente hacia China. “Estados Unidos comenzará a revocar las visas de estudiantes chinos, incluidos aquellos con vínculos con el Partido Comunista Chino o que estudien en campos críticos”, señalaba el secretario en una publicación en X.
En el gigante asiático, el omnipresente PCCh cuenta con más 100 millones de miembros. La afiliación al partido tradicionalmente ha sido un trampolín para lograr mejores trabajos, salarios más altos y mayor consideración entre las comunidades vecinales. Pero tener el carnet del partido no equivale a mantener algún tipo de vínculo con el poder.
La portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores del país asiático, Mao Ning, declaró el jueves que “la injusta revocación de visas a estudiantes chinos por parte de Estados Unidos, con el pretexto de ideología y seguridad nacional, ha socavado gravemente sus legítimos derechos e intereses y ha perturbado los intercambios interpersonales entre ambos países”. Mao añadió que la decisión de la Administración Trump “expone las mentiras sobre libertad y apertura que EEUU ha pregonado constantemente y que solo dañará aún más su imagen y credibilidad internacional”.
China, después de India, cuenta con el segundo mayor número de estudiantes internacionales que cursan estudios superiores en Estados Unidos (277.398 estudiantes). Algunos de ellos, por tradición familiar o ideológica, son miembros del PCCh o tienen familiares que lo son. Bajo las directrices de la Administración Trump, estos estudiantes chinos pueden tener los días contados en universidades estadounidenses.
Con la nueva cruzada aislacionista del líder republicano, la hija de Xi Jinping nunca hubiera podido estudiar en Harvard, donde en 2002, cuando las relaciones entre Washington y Pekín eran mucho mejores y en la Casa Blanca no veía a China como una amenaza ni su mayor competidor, la Escuela de Gobierno Kennedy tuvo hasta un programa de tres meses para formar en Administración a funcionarios chinos. Esto se hacía en colaboración con instituciones chinas hasta que el programa fue eliminado años después.
Dos de los tres últimos líderes del partido, Zhao Ziyang y Jiang Zemin, tuvieron nietos que estudiaron en Harvard, donde también estuvo Wen Ruchun, hija única del ex primer ministro Wen Jiabao. Por la Universidad de Stanford pasó una nieta de Jia Qinglin, ex alcalde de Pekín y ex miembro del Comité Permanente del Politburó, el máximo órgano de gobierno del partido. Y tampoco hay que olvidarse de Ba Guagua, hijo del mayor enemigo público del presidente Xi, el defenestrado Bo Xilai, quien pasó de ser un claro aspirante al liderazgo de la superpotencia asiática a una sentencia a cadena perpetua por abuso de poder y corrupción. Su hijo, Ba, estudió Derecho en Columbia.
Según un informe publicado en 2023 por Brookings Institution, un think tank de Washington, el 20% de los miembros del Comité Central del PCCh, integrado por más de 370 altos funcionarios, han cursado estudios en el extranjero, principalmente en universidades occidentales.
Esta semana, mientras que Trump seguía empeñado en su ataque a Harvard, amenazando a la universidad con retirar 3.000 millones de dólares de fondos previamente otorgados para subvenciones de investigación científica y de ingeniería, algunas universidades de China y Hong Kong se promocionaban para dar cobijo a aquellos estudiantes extranjeros repudiados por las autoridades estadounidenses.
En Hong Kong, el Gobierno local dijo a las universidades que abrieran sus puertas a los “mejores talentos” afectados por las restricciones en Harvard, donde los extranjeros representaron alrededor del 27% del cuerpo estudiantil en el último año académico, con China aportando entre 1.800 y 2.300 estudiantes cada curso. “La universidad ofrecerá ofertas incondicionales, procedimientos de admisión simplificados y apoyo académico para facilitar una transición sin problemas para los estudiantes interesados”, señalaron desde la Universidad de Ciencia y Tecnología de la ex colonia británica.
Hong Kong tiene cinco universidades entre las 100 mejores del ranking mundial de centros superiores del Times Higher Education y hasta hace pocos años era considerado como uno de los mejores y más libres escenarios académicos del mundo. Eso cambió -en cuanto a la pata de la libertad- después de las protestas pro democracia de 2019, cuando Pekín arrancó gran parte del régimen de autonomía que disfrutaba el centro financiero. En la enseñanza, incluyó varias dosis de patriotismo y de censura a la libertad de expresión.
Agencias