El tenista balear es un símbolo de superación y un ejemplo de esfuerzo, sacrificio y civismo que deben seguir los jóvenes y no tan jóvenes
NotMid 06/06/2022
EDITORIAL
Rafael Nadal ha vuelto a hacerlo. El tenista manacorí no conoce límites y ayer se alzó con su décimo cuarta ensaladera tras vencer al noruego Casper Ruud en París y convertirse en el primer tenista de la historia que suma 22 títulos de Grand Slam. Le bastaron apenas dos horas y media y tres sets para agigantar todavía más su leyenda y confirmar que su lesión no impide que podamos seguir disfrutando del mejor tenista que ha dado la historia. “No sé qué pasará en el futuro, pero lo voy a seguir intentando”, dijo Nadal tras levantar el merecido premio y descartar lo que nadie quería escuchar: su retirada.
Cuando en 2005 ganó su primer Roland Garros tenía 19 años y era prematuro pronosticar que se convertiría en el más grande deportista español de todos los tiempos. Han pasado 17 y el balear ha vuelto a demostrar que su magnitud profesional no tiene parangón. No hay superlativos suficientes para definirlo. Su disciplina personal, su capacidad de sacrificio, su tolerancia al fracaso y la búsqueda de la excelencia han hecho de Nadal un referente a todos los niveles dada su ejemplaridad dentro y fuera de las pistas. Es un ejemplo de respeto, esfuerzo, sacrificio y civismo que deben seguir jóvenes, y no tan jóvenes, máxime en una era en la que por desgracia la prepotencia, el postureo, la soberbia y la ambición ganan tantas veces la batalla. Por sus innegables valores EL MUNDO le nombró Personaje del Año en 2019, “un tributo a su carrera y una señal de gratitud y admiración” al mejor representante que tiene la marca España por todo el mundo.
A sus 36 años y en el momento más crítico de su carrera -tiene una fractura irresoluble en el pie izquierdo-, Nadal sigue encaramado en lo más alto del olimpo del tenis. Es un orgullo para los españoles que un profesional del deporte de esta talla no solo siga sumando trofeos que nos hacen vibrar a todos, sino que sea un símbolo de superación, capaz de combatir el sufrimiento físico con una fortaleza mental y un espíritu competitivo únicos. Ha logrado reponerse a las situaciones más adversas y vencer al dolor demostrando que nada es imposible si se es perseverante.
Nadal es el espejo en el que se miran las nuevas generaciones de deportistas. Su elegancia en el trato al contrincante, su talla moral y su compromiso patriótico le hacen ser merecedor de todos los elogios. Debemos agradecerle que nos inyecte optimismo en momentos difíciles como los que atravesamos y que nos demuestre que todo se puede conseguir con tesón. Sigue siendo el número uno. Matrícula de honor.