El ejército ruso volvió a atacar a los servicios de rescate que acudieron a salvar a las víctimas del primer bombardeo
NotMid 07/06/2025
MUNDO
La aviación rusa cierró este sábado su semana más negra con la pérdida de otro avión, en este caso un caza Su35 derribado en pleno vuelo, no en tierra como los últimos bombarderos estratégicos. En este caso este aparato se acercó al frente en la frontera norte y fue alcanzado al lanzar bombas guiadas, aún sobre territorio ruso. Los canales vinculados a la aviación del Kremlin aseguraron que rescataron al piloto, que saltó en paracaídas, pero se mostraron preocupados: ellos mismos publicaron que fue uno de los cazas F16 entregados por Occidente a Ucrania el que se cobró la presa. Para demostrarlo, Ucrania mostró un vídeo de los restos del aparato ardiendo grabados por un dron.
Mientras que el frente sigue superando los niveles de muerte anteriores cada día, en un avance lento y sangriento de las tropas rusas, el Kremlin sigue castigando a la población civil ucraniana cada noche con más fiereza para laminar su resistencia a los invasores. Los ataques de esta noche golpearon principalmente las ciudades de Jersón, en el sur, y Járkiv, en el noreste, ambas urbes rusoparlantes.
En este tipo de bombardeos Rusia lanza drones, misiles e incluso bombas guiadas con la intención de que las defensas antiaéreas se saturen y no sean capaces de derribar los misiles. Como suele ser habitual, la mayoría de blancos elegidos fueron pisos de viviendas. Además usaron de nuevo el infame dobletap, o sea, disparar un segundo misil sobre los restos del primero para matar a los equipos de rescate, exactramente igual que hicieron hace tres días en Kiev, lo que constituye otro de los incontables crímenes de guerra cometidos por el régimen ruso. Dejaron al menos ocho muertos.
Kiev intenta taponar los avances rusos en la región fronteriza de Sumi y el el frente de Donetsk con el uso masivo de drones y la construcción de miles de kilómetros de nuevas capas de trincheras, dientes de dragón y fosos antitanque, cuyo objetivo es ralentizar cualquier avance enemigo y provocar miles de bajas rusas. Las tropas de la Z, por su parte, extienden estos días sus asaltos a toda velocidad con motos chinas, un método impensable para cualquier otro ejército que se preocupe por sus propios soldados pero permisible en el ruso. Bajo el vuelo de los drones, la velocidad de estas motos permite que algunos de ellos puedan llegar a las posiciones ucranianas mientras que la mayoría son alcanzados. El problema de Ucrania es su falta de infantería para rellenar todos los puestos defensivos, con lo que a veces se encuentra con inferioridades de 10 soldados a uno en algunos puntos del frente. La guerra de desgaste determinará cual de los dos, tras tres años y medio de guerra, sobrevive a esta implacable sangría.
Tras los ataques, Rusia acusó a Ucrania de haber aplazado un canje de prisioneros de guerra previsto para este fin de semana. Según el negociador jefe ruso, el nacionalista radical Vladimir Medinski, «la parte ucraniana aplazó inesperadamente la recepción de los cuerpos» de los soldados muertos «y el intercambio de prisioneros de guerra a una fecha indeterminada». Sin embargo, la Sede de Coordinación para el Tratamiento de Prisioneros de Guerra de Ucrania lo negó, asegurando que no se había fijado ninguna fecha concreta para la devolución de los cuerpos y que Rusia no estaba cumpliendo con lo acordado para el intercambio de prisioneros, y acusó a Moscú de «juego sucio» y de «manipulaciones». Este canje de 500 prisioneros de guerra de cada bando, tras uno previo de 1.000 personas de cada lado en mayo, era el único resultado concreto de las recientes conversaciones directas entre Moscú y Kiev, que hoy parecen muertas ante la realidad de que Rusia no desea ninguna paz.
«Llamamos a la parte rusa a no crear obstáculos artificiales y declaraciones falsas para evitar devolver a los prisioneros ucranianos y para no llevarse a Rusia a sus prisioneros», declaró el Ministerio de Defensa de Ucrania en un comunicado en Telegram. El Ministerio, cuyo titular, Rustem Umérov, encabeza la delegación negociadora ucraniana, denunció que se trata de otro intento más de «revertir» a posteriori lo acordado en Estambul, lo cual «plantea dudas una vez más sobre el nivel y capacidad del equipo negociador ruso».
Agencias