NotMid 20/02/2024
La Noticia en Mil Idiomas
Yulia Navalnaya, viuda del opositor ruso Alexei Navalni, afirma en un video publicado ayer, tres días después del asesinato o muerte de su esposo y a menos de un mes de las elecciones rusas, que “Putin ha matado la mitad de mi corazón y de mi alma, pero no tengo derecho a abandonar la lucha por nuestro país” (Reuters). Isaac Tharoor escribe en el Washington Post que, con la muerte de Navalny, el presidente ruso se libra del Nelson Mandela ruso. Anne Applebaum señala en The Atlantic, que, “incluso entre rejas, el disidente era una amenaza para el corrupto dictador”. Max Seddon advierte en el Financial Times que “legalmente, hay una ventana de 30 días” para retener u ocultar el cadáver mientras se terminan de apañar pruebas para maquillar la versión oficial definitiva. El New York Times publicaba anoche que, con días de retraso, Donald Trump ha roto por fin su silencio, pero, en vez de condenar a Putin (ni lo menciona), equipara la muerte del disidente ruso con sus juicios en EEUU, de los que culpa a “políticos, fiscales y jueces radicales y corruptos”. Prueba de que el gulag de Putin no respeta fronteras es el asesinato en España del piloto ruso Maxim Kuzminov, que desertó en agosto y se entregó al ejército ucraniano, según el Kyiv Post, con el helicóptero que pilotaba.