La sucesión de incendios que la primera ministra ha tenido que apagar para llegar a la jura de hoy presagia un escenario de inestabilidad política que se suma a la económica.

NotMid 22/10/2022

EDITORIAL

ITALIA entra en una nueva era de incertidumbre con el Gobierno de la ultraderechista Giorgia Meloni, que ayer al fin bautizó su frágil coalición ante el presidente Sergio Mattarella. La primera mujer al frente del país desde su reunificación en 1871 toma las riendas de un Ejecutivo inestable y sembrado de minas ya desde el principio gracias a dos aliados, Silvio Berlusconi y Matteo Salvini, convertidos en caballos de Troya que amenazan con dinamitarlo desde dentro. La sucesión de incendios que la primera ministra ha tenido que apagar para llegar a la jura de hoy presagia un escenario de inestabilidad política que se suma a la económica, con una recesión similar a la alemana y derivada de la crisis energética asomando ya por el horizonte y que disparará aún más el coste de la vida en el país con mayor deuda pública de la Unión Europea después de Grecia.

Las sonrisas de los presuntos socios de Meloni reemplazaron ayer a las muecas de disgusto de las semanas previas a la forja de una coalición poco fiable y que han obligado a la premier a disciplinar a Silvio Berlusconi y dar un portazo a su plan de hacerse con el ministerio de Justicia (en un momento en el que el ex primer ministro del bunga-bunga aún tiene cuentas pendientes con los tribunales). No ha sido el peor encontronazo entre ambos, que ha tenido lugar a cuenta de la guerra de Ucrania. En plenas negociaciones para formar Gobierno, la prensa filtró unos audios en los que Berlusconi se deshacía en elogios hacia Vladimir Putin, preciándose de ser «el primero de sus cinco mejores amigos» y dando cuenta de un intercambio de vodka por lambrusco que ha puesto en el disparadero la política exterior italiana en un momento en el que Europa contempla con aprensión la llegada al poder de los herederos del posfascismo. No sólo eso, el ex Cavaliere también exculpaba al presidente ruso de la guerra de Ucrania -asegurando que «es un hombre de paz»- y achacaba la responsabilidad a la «resistencia» de Volodimir Zelenski, que «mandó al diablo los acuerdos de 2014».

Meloni -que ganó las elecciones por un 26% de los votos frente a los pobres resultados de sus compañeros de viaje, apenas un 8% cada uno- tuvo que salir a defender su militancia en el bando atlantista y a lanzar la advertencia de que «Italia nunca será el eslabón débil de Occidente», sino un miembro «con pleno derecho, y con la cabeza alta, de Europa y de la Alianza Atlántica», descartando la entrada en su Ejecutivo de ningún miembro que no respetara esta premisa. Los exabruptos de Berlusconi llegaron a poner en duda el nombramiento como ministro de Exteriores del ex presidente de la Eurocámara, Antonio Tajani -número dos de Forza Italia-, que finalmente se confirmó ayer. En un señal de tranquilidad para los mercados, Meloni nombró en Economía a Giancarlo Giorgetti, representante del ala moderada y europeísta de la Liga y ex ministro de Draghi. Aun así, la coalición nace lastrada por dos figuras explosivas en un momento en el que Italia necesita una mano firme para corregir el rumbo de la crisis.

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