NotMid 08/12/2025
ASIA
La tensión en el Pacífico ha cruzado una línea peligrosa este fin de semana. Lo que comenzó como un choque diplomático se ha transformado en una escalada militar de alto riesgo en las proximidades de Okinawa. Tokio ha acusado formalmente a Pekín de que sus cazas emplearon radares de control de tiro —el paso previo inmediato al lanzamiento de misiles— contra aeronaves niponas.
El Ministerio de Defensa de Japón sitúa el incidente al sureste del archipiélago de Okinawa, en aguas internacionales donde el Ejército Popular de Liberación chino lleva días exhibiendo músculo naval. El portaaviones Liaoning, escoltado por tres destructores de misiles guiados, ha ejecutado continuos despegues de sus cazas de combate J-15.
“Lock-on”: Una maniobra de guerra
Según la versión japonesa, en dos ocasiones distintas, dos cazas chinos “bloquearon” con su radar de tiro a aviones F-15 de la Fuerza Aérea de Autodefensa de Japón. En la jerga militar, el uso del fire-control radar no es una simple vigilancia: indica que el sistema de armas ha fijado un objetivo para ser destruido. Esto obligó a los pilotos japoneses a ejecutar maniobras evasivas de emergencia, elevando sustancialmente el riesgo de una colisión o un disparo accidental.
El ministro de Defensa japonés, Shinjiro Koizumi, no ocultó la gravedad del suceso: “Es peligroso y extremadamente lamentable. La actuación fue claramente más allá de lo necesario para garantizar la seguridad del vuelo”. Medios locales destacan que es la primera vez que Tokio hace pública una denuncia tan específica sobre el uso de radares de tiro por parte de China.
Guerra de versiones y respuesta “decidida”
La respuesta política no se hizo esperar. La primera ministra, Sanae Takaichi, aseguró que Japón responderá “con calma, pero con determinación”, ordenando un refuerzo inmediato de la vigilancia marítima y aérea. Diplomáticamente, el embajador chino en Tokio fue convocado para recibir una protesta formal.
Desde la otra orilla, la narrativa es diametralmente opuesta. Pekín tildó la versión japonesa de “completamente inconsistente con los hechos”. Un portavoz de Defensa chino contraatacó alegando que fueron los aviones japoneses los que invadieron reiteradamente las zonas de entrenamiento del grupo de combate del Liaoning, obligando a sus pilotos a “adoptar medidas defensivas”.
El trasfondo: Taiwán y el silencio de Trump
Este incidente es la punta del iceberg de una crisis diplomática que se agrava por momentos. El detonante original fueron las declaraciones de la primera ministra Takaichi el mes pasado, sugiriendo una intervención militar japonesa si China atacara Taiwán. Pekín respondió con furia, imponiendo sanciones a los mariscos japoneses y aumentando la presión sobre las disputadas islas Senkaku.
Sin embargo, la mayor preocupación en Tokio no está solo en Pekín, sino en Washington.
Según reveló el Financial Times, el gobierno japonés ha solicitado a su gran aliado, Estados Unidos, que abandone su ambigüedad reciente. El embajador japonés, Shigeo Yamada, ha pedido formalmente a la Casa Blanca una muestra de apoyo público, algo que Donald Trump ha evitado hacer en las últimas semanas, dejando a Tokio en una situación de inquietante vulnerabilidad diplomática.
Agencias
