Josep Borrell ha dado con la palabra para referirse a Europa en relación al resto del mundo. Jardín frente a selva: naturaleza domesticada frente a naturaleza

NotMid 20/10/2022

OPINIÓN

ARCADI ESPADA

Josep Borrell ha dado con la palabra para referirse a Europa en relación al resto del mundo. Jardín frente a selva: naturaleza domesticada frente a naturaleza. Su magnífico discurso en Brujas: «Europa es un jardín. Es la mejor combinación de libertad política, prosperidad económica y cohesión social que la humanidad ha podido construir. La mayor parte del resto del mundo es una selva, y la selva podría invadir el jardín. Los jardineros tienen que ir a la selva. Los europeos tienen que estar mucho más comprometidos con el resto del mundo. De lo contrario, el resto del mundo nos invadirá, por diferentes medios y formas». Exactamente. No hay tarea más justa ni eficaz ni que urja más.

Europa es el jardín que describe Borrell porque es un sistema de ciudades. No hay nada parecido. El sistema a veces falla, naturalmente. La España vacía, que tantas apoplejías sentimentales desata, es un fallo de las ciudades próximas: aún no han sabido convertir en jardín el campo que las rodea. Barcelona, por el contrario, ha sabido hacerlo bastante bien. Del antiguo campo maloliente quedan pocos ejemplos. Y a alguno lo han destinado oportunamente a plató, como Alcarràs.

Fuera del sistema de ciudades quedan la selva y las megalópolis. Estos últimos monstruos son la consecuencia del mismo error que Marx detectó proféticamente en la revolución rusa: al comunismo no podía llegarse desde el feudalismo. Las megalópolis se saltaron el paso de la ciudad y lo que quedan son agregados de miseria y opulencia, drásticamente segregados. Luego está China. La gente se pregunta por qué insisten en la salvaje política del Covid cero. Pero era eso o morir a millones. Para comparar China y Europa lo mejor es tomar el ejemplo de Suecia: después de todas las aritméticas, un Covid 0,1 muertos, sin confinamientos, sin mascarillas y sin prohibiciones.

El jardín no verdea sin la libertad. En América hay europas, ciertamente. Todo lo demás es wéstern. Como en Rusia: y lo demás gulags. Los críticos de Borrell dicen que el jardín es fruto ilegítimo del colonialismo. Quizá. O para seguir al biólogo Joseph Heinrich, autor de Las personas más raras del mundo (Capitán Swing), un fruto exquisito de la psicología weird (Western, Educated, Industrialized, Rich and Democratic), cuyo ejemplo introduce dudas sobre la unidad de la naturaleza humana. Las hipótesis sobre el porqué de los destinos del gran viaje de la Humanidad (Oded Galor) son numerosísimas. Pero lo indiscutible es que Europa es la utopía en tierra. Su destino depende, como dice Borrell, de que los jardineros no levanten muros y acudan a la selva. Colonialismo moral, podría valerosamente llamarse.

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