La autoficción con la que el PSOE de Sánchez está reescribiendo la historia de España responde únicamente al deseo de marginar a media España

NotMid 21/12/2022

OPINIÓN

RAFA LATORRE

La fabulación sobre la historia no tiene nada de inocente. Voluntariosos portavoces del PSOE, con el secretario general a la cabeza, parecen delirar cuando se refieren al papel de su partido en la Transición. Parecen. Tratan de hacer creer que la democracia española es el resultado de la tensión ideológica entre una izquierda aperturista y una derecha cerril. Obvian el hecho fundamental de que ningún fascista trabajó con tanto denuedo, y eficacia homicida, como ETA para evitar que España se convirtiera en una democracia. También olvidan a Torcuato Fernández Miranda o la reforma autoinmune de las cortes franquistas.

Las cabecitas mejor formateadas jurarían que la ley del divorcio la redactó un socialista y que la derecha votó en bloque en contra de la Constitución. Llegará el día en que se crean que Gutiérrez Mellado era Julio Rodríguez y en lugar de a Suárez y Calvo Sotelo el golpe se lo asestaron a González y Guerra. La fabulación sobre la historia es aún menos inocente que la denuncia de un complot reaccionario para sabotear al Gobierno de progreso. Es un trabajo paciente que está ofreciendo resultados.

El fin último de la política de frente popular a la que Sánchez ha fiado su supervivencia es erigir una nueva legitimidad sobre esa ficción. De ahí su insistencia, nada inocente, claro, en la vocación antisistema de la derecha realmente existente. Basta leer a los más esforzados propagandistas del oficialismo, que se creen sutiles pero son bastante mostrencos, para entender la ambición del proyecto. La autoficción con la que el PSOE de Sánchez está reescribiendo la historia de España responde únicamente al deseo de marginar a la media España que se resiste con temeridad a la acomodación del régimen democrático a sus necesidades particulares.

Todo su mandato ha estado inspirado por esta mudanza, que permitiría acoger a Bildu o Esquerra entre los partidos de Estado mientras se envía a los suburbios del sistema a todo lo que se atreva a existir a un milímetro a la derecha de Sánchez. La fabulación no es inocente, como tampoco la filigrana de sustituir la soberanía nacional por la soberanía popular. No hay en la Constitución una sola mención a la soberanía popular y de sus bocas jamás sale la soberanía nacional. Nada inocente.

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