Ninguna democracia de nuestro entorno presenta un dato como el español. El cortoplacismo del Gobierno nos deja en peor disposición para capear la crisis

NotMid 31/03/2022

OPINIÓN

Mientras el presidente cumplía demasiado tarde con el deber de informar al Parlamento, los españoles se enteraban del dato adelantado del IPC que augura una crisis con pocos y terribles precedentes. La inflación se quedó al filo de los dos dígitos en España en marzo, cuando los precios subieron un 9,8% en comparación con el mismo mes de 2021, un incremento récord desde 1985. En cuanto a la inflación subyacente -que no tiene en cuenta el precio de los productos energéticos ni de los alimentos frescos- se situó en el 3,4% y es la más alta desde el año de la gran recesión: septiembre de 2008. El encarecimiento del gas, la electricidad y los carburantes nos está golpeando con brutalidad en forma de inflación, el llamado impuesto de los pobres. Es una crisis europea, pero por desgracia España la sufre más que nadie, como ya ocurrió durante la pandemia.

La advertencia del gobernador del Banco de España se entiende aún mejor a la vista de este panorama. Se calcula en 17.000 millones de euros la pérdida de poder adquisitivo que desde el inicio de la escalada inflacionista el verano pasado sufren las familias españolas. Y según la estimación de la Fundación de las Cajas de Ahorro (Funcas), este descontrol del IPC disparará en 10.000 millones la factura de las pensiones, cuya revalorización indexada a la inflación se está revelando no solo la más populista de las medidas tomadas por este Gobierno -que derogó el factor de sostenibilidad previsto por el PP- sino también la más gravosa, además de la más injusta para las clases medias asalariadas de contribuyentes netos, que padecen el encarecimiento y encima pagan la demagogia. Ni siquiera se les ha aliviado con la deflactación de las tarifas del IRPF de acuerdo con la evolución real de los precios.

Ante semejantes cifras el plan de Sánchez revela crudamente toda su insuficiencia. Según Funcas, el impacto del paquete de medidas para atajar la inflación va a tener un impacto moderado de apenas un punto, al coste de seguir inyectando dinero público en el sistema cuando este no lo puede absorber, lo que cebará la inflación de mañana. Los servicios de estudios más solventes prevén que España estará bordeando la recesión a finales de este año. El efecto sobre las hipotecas ya se hace notar en un contexto en que el Banco Central Europeo avisa de que la política de estímulos extraordinarios y de compra de deuda masiva va tocando a su fin, y es cuestión de poco tiempo que suban los tipos de interés. Y con menos dinero en la calle, el abrupto ajuste de la economía cursará con estancamiento y destrucción de empleo.

Otros países sufren las consecuencias de la inflación, pero ninguna democracia de nuestro entorno presenta un dato como el español. El Gobierno, llevado de un cortoplacismo suicida basado en el puro gasto, ha perdido un tiempo precioso para abordar reformas de calado y ahora estamos en peor disposición que nadie para capear la crisis. Sánchez no tiene crédito político, su coalición está partida y sus socios promueven medidas radicales y contraproducentes. Después de haber demonizado a la oposición durante años tampoco se ha ganado el derecho a reclamar su apoyo, mientras los ciudadanos asisten impotentes a la devaluación de su propio dinero y carecen de referencias fiables en sus gobernantes.

ElMundo

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