Los aspirantes al cuerpo de marinos que se encargaron de las capturas de Saddam Hussein y Osama bin Laden deben pasar las pruebas de resistencia más duras en los manuales militares. Algunos no sobreviven

NotMid 20/02/2022

USA en Español

El viernes 4 de febrero de 2022 Kyle Mullen, un joven aspirante a Navy SEAL, murió un hospital de Coronado (Estados Unidos) poco tiempo después de completar la “semana del infierno” o “Hellweek”, un entrenamiento extremo de resistencia que consiste en cinco días en los que cada aptitud física y mental de sus participantes es puesta a prueba, y en la que se juegan literalmente la vida para pertenecer a uno de los cuerpos élites militares más exclusivos del mundo.

Los Navy SEAL, los cuerpos de operaciones especiales de la Marina de Estados Unidos, comprenden el grupo de soldados del Ejército norteamericano mejor entrenado para soportar todo tipo de condiciones extremas de combate. Descendientes de varios grupos fuerzas especiales militares creadas durante la Segunda Guerra Mundial, los Navy SEAL han sido responsables entre muchas misiones de la captura del exdictador de Irak, Sadam Hussein o de la baja de Osama Bin Laden, líder de Al-Qaeda.

Candidatos a Navy Seal se cubren los oídos después de pasar por una prueba en el agua a causa del ensordecedor ruido de las explosiones.

Ser parte de este cuerpo especial de supersoldados es uno de los honores más grandes dentro de las milicias estadounidenses, pero para graduarse de Navy SEAL es necesario pasar por un arduo proceso de entrenamiento y selección destinado a eliminar cualquier candidato considerado “débil” y sólo promover los aspirantes mejor equipados, física y mentalmente.

Y dentro de ese entrenamiento está “la semana del infierno”.

Un infierno mortal

Este desafío se considera cómo la prueba definitiva que determina si un aspirante se convertirá o no en un marine, pero es tan intensa que solo uno de cada cuatro aspirantes es capaz de completarla.

Además, están las preocupaciones sobre su seguridad, pues la intensidad de sus pruebas ha sido señalada por sectores de la opinión pública como la causante de por lo menos seis muertos desde 1998.

La última de ellas fue la de Kyle Mullen, sobre la cual cursa una investigación para determinar las causas concretas que la produjeron pues de acuerdo con la Marina de Estados Unidos, esta se debió a “circunstancias desconocidas”.

“Hasta el momento se desconoce la causa de su muerte y se está llevando a cabo una investigación”, aseguraron en un comunicado emitido durante la hospitalización del aspirante.

Las pruebas de resistencia son constantes y en extremo exigentes, inclusos las aparentemente más sencillas como permanecer en el agua helada soportando el oleaje.

Este mismo año, otro marino también fue hospitalizado con graves heridas, aunque el último reporte emitido por el Ejército informa que está en condición estable.

El comunicado oficial precisaba que los marines no estaban entrenando activamente cuando “reportaron los síntomas”, los cuales aparecieron “horas después” de haber completado la “semana del infierno”.

Otras víctimas del extremo entrenamiento han sido Joh Joseph Tomlinson, de 22 años, quien murió de hipotermia en 1988 después de nadar más de 8 kilómetros en el Pacífico durante un entrenamiento en la isla de San Clemente.

El teniente John Skop Jr, de 29 años, que murió en marzo de 2021 durante en un ejercicio de natación y se convirtió en la primera víctima mortal de un candidato a SEAL durante la “semana del infierno”

Las últimas muertes reportadas asociadas con el entrenamiento se habían presentado en 2016. Una de ellas fue la del marine James Lovelace, de 21 años, quien se ahogó después de que un instructor de los SEAL lo sumergiera repetidamente en una piscina durante la primera semana de entrenamiento. Posteriormente, la muerte fue declarada homicidio por el médico forense del condado de San Diego.

La otra muerte de ese año fue un joven que cometió suicidio luego de retirarse del entrenamiento tras pasar más de 50 horas sin dormir.

Son 5 días y medio de intensas pruebas que solo el 25% en promedio logra superarlas.

Solo los “fuertes” sobreviven

La “semana del infierno” técnicamente pertenece al BUDS/S o Entrenamiento Básico de Demolición Submarina SEAL, el cual, según palabras de la propia Marina de Estados Unidos es el “programa más duro y exigente que existe”.

“Hell Week (semana del infierno) es el evento que define el entrenamiento de BUD/S. Se lleva a cabo desde el principio, en la tercera semana de la Primera Fase, antes de que la Marina haga una inversión costosa en capacitación operativa SEAL”, dicen los Navy SEAL en su página oficial.

En concreto el entrenamiento consiste en 5 días y medio de pruebas operativas “frías, húmedas y brutalmente difíciles con menos de cuatro horas de sueño”.

Durante esta semana no solo la resistencia puramente física y mental están a prueba, sino la tolerancia al dolor, al frío extremo, al estrés, la falta de sueño, la capacidad de trabajar en el equipo, pero, sobre todo “ponen a prueba la determinación y el deseo”.

En promedio, solo el 25 % de los candidatos SEAL logran pasar la Hell Week, el entrenamiento más duro en las Fuerzas Armadas de EE.UU. A menudo, es el mayor logro de sus vidas, y con él se da cuenta de que pueden hacer 20 veces más de lo que nunca creyeron posible. Es un momento decisivo al que se remontan cuando están en combate. Saben que nunca, nunca renunciarán ni decepcionarán a un compañero de equipo”, se afirma en la página oficial de la Marina.

La Marina de Estados Unidos dice que este es el entrenamiento más intenso y exigente y quienes lo superan demuestran verdadero compromiso con convertirse en un Navy Seal.

Cada día de la semana del infierno tiene 20 horas de pruebas físicas, las cuales se realizan en las heladas playas de California en pleno invierno.

En un video de entrenamiento en donde se alcanza a apreciar algunas pruebas, es posible sentir el ambiente caótico de estas intensas jornadas.

“Comienza con una explosión. Municiones simuladas, disparos, explosiones y bengalas para crear un caos y comenzar la semana con cierta intensidad”, dice una leyenda que inicia el video (con el que inicia esta nota).

Entre los ejercicios que deben soportar los aspirantes, está correr unos 320 kilómetros, nadar y remar por varios kilómetros más, hacer cientos de flexiones y abdominales o mantenerse de pie inmóvilen mientras soportan el oleaje de las frías aguas de las playas californianas.

Apagar el cerebro y resistir

También hay pruebas que deben ser pasadas trabajando en equipo, como “boat Pt” donde los marinos deben cargar una pesada lancha con la cabeza entre varios candidatos.

“No hay nada peor que el constante martilleo del barco sobre tu cabeza durante la semana del infierno”, cuenta Stew Smith un Navy SEAL retirado que pasó por el BUDS/S en 1991.

“Harás esto por millas y rezarás por estar pronto en el agua para poder remar en lugar de correr. No hay un buen lugar para meterse debajo del bote. En el centro del bote se recibe una presión constante sobre tu cabeza, y la parte delantera y trasera rebotan sobre tu cabeza mientras corres junto con la tripulación de seis o siete hombres debajo de una lancha de 200 a 300 libras (90 a 130 kilógramos)”, escribe en su blog Military.com

Una de las pruebas consiste en cargar por largas distancias y pesado tronco de más de 70 kilogramos.

También describe otra prueba “Log PT” en la cual los competidores deben cargar un tronco de más de 70 kilogramos durante un periodo prolongado de tiempo, lo que se hace más difícil al estar mojados y sucios de arena que les entra en las heridas abiertas de la piel.

Smith cuenta que los primeros días son los más difíciles, porque además de cumplir con los ejercicios hay que adaptarse a las raciones de comida, y al constante bombardeo de ruido que acompaña cada prueba, causado por ráfagas de balas de salva, granadas de aturdimiento que explotan por todas partes y el constante grito de los instructores y sus silbatos.

“Durante unos meses después de la semana del infierno, me despertaba haciendo sentadillas en mi cama cuando sonaba la alarma”, dice el exmarine.

Pero su historia es la de un sobreviviente y destaca que una clave para pasar el intenso entrenamiento es mantener el espíritu competitivo. “No solo sobrevivir sino competir”, sostiene, pues en cada prueba ser mejor que los otros aspirantes es un motivante para seguir adelante.

Un punto crítico del entrenamiento es la falta de sueño: “Después de tu tercer día de estar despierto sin dormir, empiezas a ver cosas raras; si, alucinando”, dice Smith y explica que el cerebro, ansioso por tener un poco de sueño, comienza a superponer los sueños a la realidad.

Las pruebas también tienen un componente de trabajo en equipo y confianza.

Pero después de sobrevivir los tres primeros días “prácticamente entras en modo zombie y simplemente haces las cosas”. Con esto, dice el exmarine, todo se hace más fácil.

“Hay un punto en el que no hay nada que los instructores puedan hacer para lastimarte. ¿Qué te van a hacer? ¿Hacerte hacer más flexiones, mojarte, tener arena y frío o hacerte correr más?”, relata.

No obstante, hacia el final de semana el entrenamiento culmina con la planificación de mini misiones de sigilo y ocultación que en parte consisten en esconderse de los instructores. Aquí se le exige a un cansado cerebro tener la lucidez de planear estrategias de escape, y de camuflaje frente al enemigo.

“Los ganadores pueden pasar el rato junto a una gran fogata, y puedes quedarte con la tripulación de tu bote siempre que alguien del grupo cuente chistes que hagan reír a los instructores”, destaca Smith.

La intensidad de las pruebas se mantiene durante los días de entrenamiento y ha estado asociada a por lo menos seis muertes.

Finalmente, el exmarine dice que para poder sobrevivir a este entrenamiento se debe “apagar la parte de pensamiento racional de tu cerebro que te dice que necesitas dormir, descansar y recuperarte” y descender al modo “hombre de las cavernas” donde no existen las comodidades y obtener cualquiera, sea comida u horas de sueño, adquiere un gran significado.

No son muchos los que logran pasar esta “semana del infierno”, y hacerlo puede ser el paso decisivo pero ciertamente no el final. Por el contrario, apenas entonces empieza el verdadero entrenamiento como Navy SEAL.

En el caso de Smith, fueron 180 los que empezaron la intensa prueba con él, y terminaron menos de 80.

Pero los que lo lograron “se ganaron el derecho de entrenar con los SEAL” y “mostraron que realmente desean estar allí, que no renunciará cuando su equipo los necesite”.

Agencias

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