El Rey y el pueblo español salieron en defensa de la policía, que fue la que defendió, a costa de su sangre, el orden constitucional
NotMid 02/10/2023
OPINIÓN
FEDERICO JIMÉNEZ LOSANTOS
Como juez de carrera, Marlaska sabe muy bien lo que es prevaricar, y, como consigliere de la Banda de los hueviales, sabe cómo seguir al servicio de Sánchez. Puesto que el PSOE ya admite la amnistía que antes negaba y musita que no ve claro el referéndum dentro de la Constitución, Marlaska ha empezado a aplicar esa amnistía que supone ilegalizar la defensa del régimen legal español y proclamar legítimo el golpe de Estado de 2017. Por la deserción del Gobierno de Mariano y Soraya la noia de las urnas, el Rey y el pueblo español salieron en defensa de la policía, que fue la que defendió, a costa de su sangre, el orden constitucional aquel 1 de octubre. Por eso, la gigantesca manifestación del 8, a reeditar este domingo, se detuvo ante vía Layetana y dedicó una interminable ovación a la policía, que, en el interior del edificio, lloraba de emoción.
En recuerdo de su mérito, la Asociación por la Tolerancia había premiado este año a aquella policía, nuestra policía. Y atento a su función, que no consiste sólo en conocer a fondo la prevaricación, sino en humillar al que moleste al Calígulez del rastro -que ha hecho portavoz a su mulo como Calígula senador a su caballo-, ha prohibido que la policía recoja ese premio. Así mata varios pájaros de un tiro este quebrantahuesos de la ley.
Porque, al negar que la policía tenga derecho a un premio, Marlaska está negando su mérito y respaldando la condena de los 45 agentes en el banquillo por cumplir una orden judicial, en la que se cisca el ahora antijuez. Por cierto: que esos policías se han negado a aceptar ningún indulto, como el de los golpistas que, gracias a la Fiscalía fiscalizada por Sánchez, ya son libres, deciden mayorías y rebuznan cómo destruir España. Nuestros policías son hombres de honor, servidores de la ley y del orden constitucional que busca derribar esta pandilla de traidores, rábulas y matones de taberna.
El premio lo entregará Cayetana Álvarez de Toledo, pero no lo podrá recoger ninguno de los policías cuya dignidad busca secuestrar, envidioso de lo que le falta, el perito en balas de Interior, que ya se ve como el Ganimedes de Góngora, sirviendo la copa «que a Júpiter ministra el garzón de Ida». De Ida y, sobre todo, de vuelta. Y tan Garzón, que rima con prevaricación. Qué digo rima: la ilustra su conducta.