Escuchando a Sémper quién podría dudar de que un Pp gobernante no habría indultado a los delincuentes nacionalistas
NotMid 21/09/2023
OPINION
ARCADI ESPADA
La ignorancia global de la mañana tiene en las lenguas terreno abonado. Cuando, por ejemplo, dice el chirigotas que las lenguas no tienen la culpa de nada, como si hubiera alguna posibilidad de que la tuvieran. Otra, aun más oh là là, distingue entre la función comunicativa de una lengua y su carácter simbólico. Como si ese carácter no fuera una forma más de comunicación emparentada con llamar burru a cualquiera con dos piernas. De ahí que lo que dijera el martes en el Congreso el portavoz popular, Borja Sémper, solo tenga interés en lo que significa el significante. O sea, la adhesión al programa de centrifugado del socialismo que gobierna.
Hablando en vasco (lo llamaré euskera cuando llamen català al catalán, estaríamos frescos), Sémper exhibió que el desacuerdo del PP con la reforma del reglamento lingüístico del Congreso es puramente formal y episódico. Su intervención, que por supuesto conocía y aprobó Feijóo, es coherente con otras recientes decisiones del partido: la primera y principal, el entablar diálogo con Junts. Y deja definitivamente en retórica y propaganda el rapto de supuesta lucidez que acometió a Feijóo cuando dijo que iba a hacer de la igualdad el eje de su programa: no hay símbolo mayor de la desigualdad que Sémper hablando a sus compañeros de partido (ni de escaño, ni de nación: ¡de partido!) en una lengua local que no entienden.
Podría pensarse que estas decisiones de la actual dirección del PP tienen, incluso, un valor de sinceridad política mayor que las que toma el PSOE. Al fin y al cabo el presidente del Gobierno solo las ha tomado cuando lo ha creído imprescindible para conservar el poder. Pero no hay que engañarse: Feijóo las toma porque las cree imprescindibles para alcanzar el poder algún día. Su mensaje en este sentido es de una gran nitidez… simbólica.
Escuchando a Sémper quién podría dudar de que un PP gobernante no habría indultado a los delincuentes nacionalistas; y que un PP en trance de poder gobernar no habría apoyado resueltamente el cambio en el reglamento del Congreso y no negociaría con Junts un alivio penal para la viruta sediciosa. Siempre, evidentemente, dentro de la Constitución, una coletilla que incluso ya repite en España el propio presidente del Tribunal Constitucional.
Por lo tanto, Sémper muy bien y muy útil. Y tenía razón: nada de hacer el kaneloarena. Demostrando con una gran belleza simbólica, en las vísperas candentes de la investidura, que el PP, en efecto, no está en absoluto en modo oposición. Ni siquiera, tampoco, que aún aspire a gobernar. ¡Quia de quias! Que el PP ya está gobernando, por más que sea por intérprete interpuesto. Hasta en eso ha estado finito nuestro Sémper.