Otra de las cuestiones es el uso de los más de 200.000 millones de euros de fondos rusos congelados en instituciones financieras europeas
NotMid 24/10/2025
EUROPA
La Coalición de los Voluntarios celebró su primera cumbre sin la sombra del veto de EE. UU., impulsada por la nueva amenaza de sanciones de Trump a las petroleras rusas Lukoil y Rosneft. El encuentro marca la reconstrucción de la unidad transatlántica y presiona por la entrega de misiles de largo alcance, incluidos los Tomahawk y Taurus.
LONDRES – Por primera vez en casi un año, los aliados de Ucrania se reunieron en la llamada Coalición de los Voluntarios (la mayoría virtualmente) con un nuevo impulso de moral, provocado por un cambio de táctica en Washington. La reciente amenaza de sanciones de la Casa Blanca a Lukoil y Rosneft (que controlan el 70% de la exportación de crudo ruso) sirvió como “inyección de moral” y símbolo de la reactivación del apoyo transatlántico.
El anfitrión, el Primer Ministro británico Keir Starmer, resumió el mensaje central del encuentro en tres ejes estratégicos clave: colaboración transatlántica, misiles de largo alcance y el uso de los fondos rusos congelados.
1. La Clave de la Colaboración Transatlántica
La amenaza de sanciones de EE. UU. a las gigantes petroleras rusas, unidas a acciones recientes de la Unión Europea, ha revitalizado el espíritu de cooperación. La cumbre contó con una alta presencia de líderes —incluyendo la recién nombrada Primera Ministra japonesa, Sanae Takaichi, cuya declaración fue calificada por Starmer como “muy vigorosa”—, lo que sugiere que Kiev “cotiza al alza”.
El presidente ucraniano, Volodimir Zelenski, fue tajante sobre la importancia de Washington: “no hay ninguna manera de que podamos parar a Putin y ganar la guerra sin Estados Unidos”.
Starmer asintió, recalcando la efectividad de la acción conjunta: “todos llevamos mucho tiempo pensando que cuando somos más efectivos es cuando actuamos juntos.”
2. La Urgencia de los Misiles de Largo Alcance
El segundo mensaje del encuentro se centró en la necesidad urgente de misiles que superen el alcance de los ya suministrados Storm Shadow (franco-británicos) y SCALP.
La atención se posó sobre los Tomahawk estadounidenses y, en particular, los Taurus alemanes. A pesar de que EE. UU. ha dudado sobre la entrega de Tomahawk a Ucrania, estos parecen destinados a unirse a la lista de armas pesadas que Kiev ha conseguido tras meses de súplicas, como los tanques Abrams y los cazabombarderos F-16.
El caso de los misiles Taurus es más complejo. El Canciller alemán, Friedrich Merz, retiró su promesa electoral de entregarlos tras llegar al poder. En su lugar, el gobierno alemán ha optado por una estrategia de colaboración industrial con Kiev para el desarrollo conjunto de armas de largo alcance.
3. El Nudo de los Fondos Congelados del Banco Central Ruso
La cuestión más espinosa sigue siendo el uso de los más de 200.000 millones de euros de fondos del Banco Central Ruso congelados, principalmente en instituciones financieras europeas, con una gran parte inmovilizada en una cámara de compensación en Bélgica.
El objetivo es claro, según la jefa de la diplomacia europea, Kaja Kallas: “los rusos no ganen la guerra y los europeos no tengan que pagar por la reconstrucción [de Ucrania]”.
No obstante, las negociaciones están “totalmente atascadas”. Aunque la UE aspira a un acuerdo político antes de final de año, el uso efectivo de los fondos no se materializaría hasta, con suerte, la primera mitad de 2026.
El Primer Ministro neerlandés, Dick Schoof, resumió el dilema logístico y de seguridad: “no podemos dejar que todo el peso caiga sobre Bélgica”, que se arriesga a ser el blanco de una guerra asimétrica rusa si se procede con la incautación total de los activos.
Agencias
