Lo que está haciendo el ex presidente es reivindicar su legado, y a Sánchez como parte de él, lo que es rigurosamente cierto
NotMid 26/06/2023
OPINIÓN
FEDERICO JIMÉNEZ LOSANTOS
¿En calidad de qué está protagonizando de forma tan aparatosa la campaña electoral del 23-J José Luis Rodríguez Zapatero? No va en las listas, aunque legalmente podría hacerlo. No aspira a un puesto en el Gobierno de Sánchez si ganara los comicios, porque sus negocios y su protagonismo como embajador plenipotenciario del Cártel de Puebla se lo impiden. Perdería más dinero en un mes de lo que gana al año. Y como embajador -no acreditó la menor solvencia técnica en sus dos legislaturas- tendría menos protagonismo que ahora, al no representar directamente a Lula, Petro, Canel, Maduro, Evo, Cristina Kirchner y Boric, entre otros. En la Unión Europea no tendría nada que hacer, y en los USA, aún menos. Su campo de acción sería el mismo que el de Bergoglio, capellán del Cártel. Y ese ya lo cubre ahora, sin renunciar a las ricas comisiones y viáticos ni a la pensión de ex presidente.
Su función electoral, por tanto, se limita a España y a las izquierdas. Pero en su infatigable tarea propagandística, nunca lo veremos defender en serio, en detalle o con detenimiento ninguna de las leyes de Sánchez. Ni las que enarbola como éxitos ni las que lamenta como fracasos. Ni la economía ni la política. Si bien se mira, lo que está haciendo Zapatero es reivindicar su legado, y a Sánchez como parte de él, lo que es rigurosamente cierto. Ni Felipe González, ni Javier Fernández, ni Rubalcaba aparecen en sus peroratas. Tampoco Sánchez. De lo que habla es de su pacto con la ETA, base del de Sánchez, de su alianza con el separatismo catalán, que su sucesor continúa, y de su unidad de acción en los comunistas del Grupo de Puebla, donde están el PSOE, Podemos y el PCE.
El modelo político para España de Zapatero, antecesor y sucesor de Sánchez, es la izquierda iberoamericana, alineada con Putin y Xi. Una confederación de repúblicas vagamente ibéricas, con él de Gandhi. Nadie le discute como referente teórico de toda la izquierda y el separatismo. Y como primer ministro tendría «un sayón con hechuras de bolero», entre Yolanda y Garzón, entre Al Gore y Perón, entre el estafador del clima y la tercera vía entre capitalismo y comunismo, o sea, el pobrismo. Una cleptocracia criolla para los Pepiños boys.